La startup española Freshis, que llegó a Madrid pocas semanas antes del confinamiento, se ha convertido en la primera plataforma que permite recibir frutas y verduras frescas en casa directamente del agricultor en menos de una hora. Fundada por tres emprendedores españoles, Lluis Puig, Pablo Engelmann y Jaume Puig, Freshis ha cerrado 2021 habiendo servido más de 10.000 pedidos, con un ticket medio de 42€ por pedido. La startup pretende expandir su negocio por el territorio nacional e internacional en este año.
«Nuestra puesta en funcionamiento coincidió con el cierre del país por el primer estado de alarma. En ese momento, toda la ciudad intentaba hacer la compra sin salir de casa y nosotros nos pusimos a repartir frutas y verduras en nuestras motos personales, tratando de satisfacer todos los pedidos que nos llegaban», afirma Pablo Engelmann, cofundador y director de operaciones de Freshis.
Este Q-commerce nació con la voluntad de ser un actor de cambio en el sector de los frescos, creando transparencia en la cadena de valor y eliminando intermediarios y costes innecesarios. La propuesta de Freshis es la de acortar los tiempos para que, de este modo, el consumidor pueda tener el producto en menos de 18 horas desde que se recolecta en el campo y en menos de una hora desde que se realiza el pedido en la plataforma, asegurando así frutas y verduras con el mejor nivel de maduración y mayor vida útil.
Según Lluis Puig, CEO y fundador de Freshis, «nuestro objetivo es crear plena transparencia para que el consumidor pueda saber quién es el productor, de dónde viene cada alimento, el tipo de cultivo que se ha utilizado y el precio que percibe el productor. Y, en paralelo, mejorar la vida de los agricultores pagándoles un precio justo por su trabajo, que es algo por lo que llevan luchando mucho tiempo».
CUENTA CON UNA RED DE MÁS DE 30 PRODUCTORES LOCALES Y NACIONALES QUE ABASTECEN DE LOS PRODUCTOS CULTIVABLES EN LA ZONA PRÓXIMA A CADA CIUDAD
Cuando decidieron crear la compañía, los fundadores compartían un mismo propósito que les motivó a dejar sus anteriores trabajos: hacer las cosas de otra manera, una mucho más sostenible, consciente y cuidada. Tras años de experiencia en el sector, estos emprendedores se propusieron redefinir las reglas del mercado para ofrecer un buen producto dando equidad al productor, conocedores de sus reclamaciones contra las prácticas comerciales abusivas y, además, hacerlo con un servicio diferencial, a «golpe de click» y con una entrega ultrarrápida de los pedidos.
Tras más de un año de recorrido, Freshis se ha convertido en una alternativa sostenible para comer frutas y verduras frescas directamente de la huerta satisfaciendo las nuevas tendencias de consumo ya que, como demuestran los datos, dos de cada tres españoles están dispuestos a tomar decisiones de consumo por motivos de sostenibilidad. De hecho, entre los productos ecológicos o sostenibles más adquiridos en el último año, destacan los productos de alimentación, representando un 59% las frutas y verduras ecológicas.
Freshis cuenta con una red de más de 30 productores locales y nacionales que abastecen a la plataforma de los productos cultivables en la zona próxima a cada ciudad donde está presente. Este Q-commerce representa un marketplace para los agricultores que, para ser seleccionados como proveedores, deben cumplir ciertos requisitos como ser independientes o estar especializados en un producto en concreto, ya que Freshis solo cuenta con un productor por cada tipo de fruta o verdura. Además, deben ser agricultores comprometidos con la sostenibilidad social, económica y medioambiental y poseer las mejores técnicas de cultivo y maduración para asegurar el sabor y la salud de los alimentos.
En palabras del CEO de la empresa, «tenemos un alto nivel de exigencia con el producto y eso nos permite tener una relación muy estrecha con los agricultores, llegando a establecer, junto a ellos, un precio fijo por la compra de sus alimentos para todo el año, que mantenemos invariable independientemente de la estacionalidad, para que nunca perjudique ni al consumidor ni a ellos. Así nos aseguramos de que los agricultores cobran un precio justo por su trabajo y que, además, tienen margen para reinvertir en innovación y en la mejora de sus productos».