Si una serie de supermercados de Irlanda e Inglaterra se dedican a vender hamburguesas de carne pero lo que llevan dentro es cerdo y un 0,1% de ADN de carne equina, la culpa es de España. Si en Alemania empieza a morir gente por una mala gestión propia, la culpa es del pepino español. Da igual lo que pase en Europa, al final siempre habrá algún culpable a quien echarle la culpa, aunque en ninguno de los casos fuera responsabilidad española.
Y es que el problema de fondo es que nadie quiere asumir las responsabilidades y lo fácil es buscar un culpable externo, a poder ser que esté de capa caída. Porque en el tema de las hamburguesas el problema no era de salud, sólo de una estafa en toda regla en el etiquetado, que decía vaca cuando lleva, en muchos de los casos hasta más de un 20%, cerdo y sólo ese 0,1% de ADN equino español. Pero como a lo mejor los cerdos utilizados eran naturales de estos países, no es cuestión de hundir a la madre patria y por eso se responsabiliza al más débil para salvar a los ‘cerdos británicos’ (lo que se puede leer en el mayor de sus sentidos).
Y es cierto que la historia no irá a más y que incluso ha tenido aspectos muy positivos para nuestro país, pero no cabe duda de que con lo que está costando recuperar algo de la imagen de la ‘Marca España’, este tipo de situaciones no ayuda precisamente, porque los estereotipos son demasiados fuertes y difíciles de superar. Y es que cuando uno piensa en Gran Bretaña no piensas en esos ‘cerdos británicos’ o los vándalos que azotan los estadios de fútbol, sino en el gentleman con bombín tomando té, mientras que ahora en las islas estarán pensando no en todos los avances que hemos hecho, sino en que seguimos caminando en burro y que cuando éste se muere, lo hacemos hamburguesas.
Y esto puede sonar un poco exagerado, pero si lo de las hamburguesas pasa en España y no dicen que la carne venía de Marruecos o de Nigeria, ¿qué nos estaríamos imaginando?
Pero hay que ser positivos y ver la cara buena de este supuesto escándalo. Y es que se ha descubierto que la carne de equino, que por cierto se está disparando en el país por culpa de la crisis y el alto coste de mantenimiento de estos animales, no sólo es saludable, sino muy rica y más barata de lo que la gente se imaginaba, máxime en unos momentos en los que el consumo vacuno o aviar está bajando de forma considerable por culpa de la crisis. Y, sobre todo, hay que pensar en Miguel Arias Cañete, que ya se tuvo que comer media cabaña bovina cuando fue anteriormente ministro por el tema de las vacas locas y ya no está ahora para zamparse tres cuartos de caballo al día para demostrar que son muy saludables, que lo son. Es que, hasta en esto, los socialistas tuvieron suerte, ya que sólo se debieron comer los pepinos de la Merkel.