Uno de los titulares de la explotación, Gabino Yáñez, apunta que todo ocurrió en cuestión de minutos. "Saltó la alarma en el ordenador de mi casa, procedente de la granja, por la falta de corriente, fui hasta allí y me encontré con la mitad del tejado en el suelo".
Según explica esta persona, en un primer momento él y otros vecinos intentaron apuntalar la parte que quedaba en pie, pero finalmente "se vino todo abajo". A falta de cuantificar los daños, Yáñez ha mostrado su "impotencia" tras lo ocurrido, al quedarse sin su negocio tras el suceso. Incluso se da la circunstancia de que los pocos anmales que se libraron del derrumbamiento podrían pedecer de frío por las bajas temperaturas.
La familia, que vende estos animales a Coren desde hace unos 9 años, es propietaria de otra nave con similar cantidad de pavos también en fase de cría.