Se han usado porta-injertos de varias clases: el denominado arbusto cornicabra y el conocido como atlántica, que fue desarrollado genéticamente por la Universidad de California y que es el más extendido.
Se ha apostado por lugares estratégicos ante la dificultad de los cultivos
Este tipo de plantones no prenden bien en todas las zonas y "hay que calcular muy bien el viento, el calor, la luz que reciben y otros muchos factores, de ahí que se hayan buscado lugares estratégicos en el experimento".
Sin embargo, una vez que la planta prende bien, algo que se podrá ver en dos o tres años, la producción es muy rentable y, por tanto, "será un cultivo alternativo para los agricultores, ya que es necesario buscar nuevas vías de rentabilidad del campo", ha insistido el responsable de ASAJA.
En Castilla y León apenas existe este cultivo, salvo en alguna zona muy concreta, como en Toro, donde el agricultor Félix Talegón fue el pionero del pistacho en la región.
En España, el referente de este sector está en Castilla La Mancha, donde existe, en Ciudad Real, un centro agrario de investigación, denominado "El Chaparrillo". Precisamente, el proyecto piloto que ha comenzado en la provincia de Salamanca cuenta con el asesoramiento de este centro ciudadrealeño.
Tarda en dar sus frutos pero luego tiene una alta rentabilidad
Luis Ángel Cabezas asegura que, aunque en un principio la inversión a realizar es importante, la rentabilidad, siempre y cuando prenda el plantón, está asegurada.
De esta manera, cada plantón que han puesto les ha costado una media de 15 euros, aunque, si el proyecto sigue hacia delante, las inversiones se recuperan a medio plazo, ya que a partir de los seis o siete años los árboles producen casi al máximo.
Una hectárea de plantación de pistacho produce una media de unos 1.500 kilos y cada kilo tiene un precio de mercado que ronda los ocho euros.
En cuanto al mantenimiento de la plantación, "los costes no son muy grandes, ya que sólo hay que labrar la tierra y podar los árboles.
(Foto: www.enciudadrodrigo.com)