José Luis Marcos / Presidente de ASAJA Palencia
Los dirigentes políticos de la Unión Europea han «decidido» que la terrible guerra de Ucrania puede empezar a solucionarse aplicando un arancel cada vez más alto a los fertilizantes que proceden de Rusia y de Bielorrusia. La medida se aprobó sin tener en cuenta ninguna de las propuestas que planteamos los profesionales de la agricultura para paliar el evidente sobrecoste en este insumo ya desde la próxima campaña, con el siguiente daño en la rentabilidad de nuestras explotaciones.
Dicho de manera que todos entendamos, los mandatarios de la UE piensan castigar a Putin pegándonos un puntapié en el trasero de los agricultores. Seguramente nos tocará pagar los fertilizantes aún más caros, por si habían subido poco los últimos años.
Además de menospreciar a los agricultores de España y de otros países comunitarios, como si fuéramos ciudadanos de segunda, es un ejemplo más de esa hipocresía que cunde en las decisiones de la llamada geopolítica internacional. Y en especial, entre quienes cogen muchos vuelos pero nunca se han subido a un tractor.
COMPARACIÓN
Una sencilla comparación de datos muestra esa hipocresía, y también revela qué absurdo resulta ese intento de hacer daño a Rusia y a su aliado Bielorrusia tocándoles… en el grifo de los fertilizantes mediante este tributo (eso es un arancel, un tipo de impuesto), porque otras válvulas de mucha más potencia siguen y seguirán funcionando a tope, como si nada, sin acordarnos de Ucrania ni de los ucranianos.
La UE compró en 2024 a Rusia nada menos que 23 000 millones de euros en combustibles fósiles, pese a los planes comunitarios para reducir la dependencia energética del exterior (de ahí que tanto se apoye a eólicas y fotovoltaicas, con todos sus apagones, invasiones territoriales, costos elevados y otros inconvenientes… que los tienen, aunque traten de ocultarse).
Incluso diez países de la eurozona firmaron a principios de 2025 una carta para pedir la prohibición total de importar gas de Rusia, con el argumento de que su capacidad bélica se nutre de sus altos ingresos energéticos, como a nadie se le escapa. Entre los firmantes, por cierto, no figura España… ¡con lo propenso que es nuestro Gobierno a ponerse al frente de estas manifestaciones buenistas! A lo mejor se debe a que España, Bélgica y Francia suman el 85 % de la importación de gas ruso en la UE. Ninguno de los tres firmó esa carta, qué casualidad.
PODIO
Vamos ahora con las cifras de los fertilizantes de procedencia rusa. Las importaciones totales de la UE en 2024 (3,6 millones de toneladas) sumaron 1280 millones de euros. Es decir, por cada euro de fertilizante que adquirimos los países comunitarios a Rusia, le compramos dieciocho euros de combustible fósil. En este capítulo, España sube a un podio que contrasta con las grandes palabras que nuestro presidente del Gobierno se gasta cada vez que la guerra de Ucrania sale a relucir.
Según el Ministerio de Agricultura, el fertilizante se ha encarecido de media el 43 % la última década (dato oficial; el real seguramente sea bastante superior). Veremos cómo evoluciona el precio de ahora en adelante, con esta idea de la UE de darle una vuelta a la espita de este insumo si viene desde Rusia o Bielorrusia. La industria europea de los fertilizantes se ha dado mucha prisa en aplaudir la medida. Mala señal.
