La prohibición, que será revisada en un plazo máximo de dos años, forma parte de una estrategia global puesta en marcha por Bruselas para frenar la disminución del número de abejas en Europa.
Para la organización ecologista Greenpeace, la medida supone un "buen primer paso", aunque en un comunicado publicado esta semana criticaba su "ámbito limitado" y una seria de "debilidades" que impedirán a su juicio la total protección de las abejas.
Greenpeace señala entre esos problemas el hecho de que la prohibición no afecte a otros productos también perjudiciales para estos insectos y que el veto no se extienda a todos los usos que se da a los pesticidas en cuestión.