A pico y pala se ha construido el pasado vitivinícola de Tomelloso, porque así se fueron construyendo allá por 1820 las cuevas en las que, a doce metros bajo tierra (centímetro arriba centímetro abajo) se producía y se almacenaba el vino que, ya por aquel entonces, daba esta tierra.
Siete bodegas y ese pasado horadado bajo los pies de la ciudad, llevaron a Tomelloso a ser reconocido Mejor Municipio Enoturístico 2022 (ACEVIN); una distinción que viene a reconocer el esfuerzo de tantas y tantas generaciones, que han ido fortaleciendo poco a poco las raíces de esta ciudad que hoy conserva orgullosa el legado de más de 2.500 cuevas-bodega.
Qué mejor lugar que éste para celebrar el Día Mundial del Enoturismo. Orgullosa parada de la Ruta del Vino de La Mancha, este rincón de Ciudad Real respira viticultura por los cuatro costados. Sus cuevas-bodega, sus chimeneas, sus bombos y siete bodegas trabajando la mayor extensión de viñedos del mundo lo confirman. Tomelloso organiza los planes más apetecibles para que puedas disfrutar del enoturismo como nunca.
2.500 CUEVAS-BODEGA FORMAN UN LABERINTO EN LAS RAÍCES DE LA CIUDAD
A principios del siglo XIX, los ‘picaores’ horadaban estos túneles bajo la ciudad para usarlos como bodegas en las que se elaboraba vino y se almacenaba, alejándolo así de los cambios bruscos de temperatura. Se sacaba mucha tierra de la excavación y las ‘terreras’ eran las encargadas de sacarla, tierra con la que se ha levantado Tomelloso: sus calles, sus calzadas y muchas de sus casas. El vino está en esta ciudad mucho más de lo que parece a simple vista.
A doce metros bajo tierra (de media) se extiende bajo el suelo de Tomelloso un inmenso laberinto de cuevas-bodega (más de 2.500) cuya presencia se intuye con las lumbreras, unas rejillas que decoran algunas aceras tomelloseras y que son el cordón umbilical que une la superficie con las entrañas de Tomelloso, por donde respiran las bodegas.
Estas cuevas-bodega son el escenario de muchas de las actividades de ‘Tomelloso: Raíces y vino’; en algunas como Abuelo Agustín, Galileo, Herraúra, Abuelo Moreno, Garcilaso o Persiles podrás entrar para visitarlas y descubrir su historia, en otras como Casero y Cáritas, podrás además disfrutar de catas de vino y conciertos de música española.
LAS CHIMENEAS: LA HUELLA DE LAS ALCOHOLERAS
Tomelloso fue y es el mayor productor de alcohol vínico del mundo y las once chimeneas que quedan en la ciudad son el recuerdo de ese pasado de prosperidad estrechamente ligado al vino. La industria vitivinícola tomellosera es importante desde hace siglos. Hasta cien chimeneas llegaron a dibujar los cielos de Tomelloso, todas liberaban el humo de las calderas, algunas a 45 metros de altura.
De las que quedan, la más antigua es Casajuana (1942) y alcanza los 35 metros, un poco menos que Fábregas (1964), de más de cuarenta y a la que llaman ‘la retorcida’; ambas, junto a todas las demás forman uno de los mejores conjuntos del patrimonio industrial tomellosero. Visitarlas y conocer su historia, que aún vive en muchas de ellas, resulta la mejor experiencia enoturística.
LOS BOMBOS: MÁS DE 90 JOYAS DE LA ARQUITECTURA AGRÍCOLA
El campo en Tomelloso invita a caminar y alejarse del ruido. El enoturismo es en parte responsable de ese atractivo, pues es entre hectáreas de viñedo que puede uno perderse. Con motivo de la celebración del Día Mundial del Enoturismo, Tomelloso organiza una ruta de senderismo para descubrir el patrimonio vitivinícola que también se extiende por aquí, la región con mayor extensión de viñedo del mundo.
Y es que en el campo de Tomelloso además de viñas, están los bombos; joyas arquitectónicas de carácter agrícola construidas con la técnica de la piedra seca (sin argamasa). Bóvedas que se sujetan sobre piedras que se aguantan unas contra otras formando una arquitectura tan sencilla como excepcional. Desde la segunda mitad del siglo XIX vienen sirviendo de vivienda y refugio a los trabajadores de la vid y alrededor de la ciudad se levantan más de 90 en perfecto estado.