Según cuenta josé Luis Pantoja en www.diariojaen.es, la poca diversificación agrícola que tenía el pueblo de Lopera aumentará absorbida por la producción de aceite. Tras el arranque, las Bodegas Herruzo solo conservan unas quince hectáreas de viñedo en el pago las Niñas Muertas. En ellas se mantienen las variedades tintas merlot, syrah, tempranillo y cabernet sauvignon, con las que elaboran los tintos. Quedan otras quince fanegas de uno de los nuevos propietarios de Las Cuarenta, que se aferra a seguir con el viñedo, pero también de uvas tintas.
Concretamente las últimas cepas de la variedad Pedro Ximénez que dieron justa fama a los caldos blancos loperanos en toda la geografía nacional fueron arrancadas con tractores, y con ello se pone fin a más de setenta años de actividad en los que se elaboraron vinos blancos y dulces de gran calidad.
Por otra parte, el paisaje de viñedo queda reducido a su máximo exponente en una zona, la de Lopera, que en los años 70 del pasado siglo se llegó a conocer como “el pequeño Jerez”, con nueve empresas en funcionamiento y más de doscientas hectáreas dedicadas al cultivo del viñedo, destacando las Bodegas Sotomayor, ubicadas en el Castillo de Lopera, y las Bodegas Valenzuela, que llegaron a vender sus caldos hasta en tierras jerezanas y aportaron gran cantidad de jornales al municipio en unos periodos que no interferían con las labores habituales del olivar.
Ahora se abre un periodo de incertidumbre sobre el futuro de las últimas bodegas de Lopera, Herruzo, que durante muchos años han dado renombre a la villa con sus caldos, muy conocidos en el exterior. La preocupación se extiende a los trabajadores de la empresa, que desconocen cuál será su futuro más próximo.
(Texto y foto: www.diariojaen.es)