“España y algunas zonas productoras de la Europa mediterránea están viviendo la eclosión del pistacho pero, comparados con California, somos como una gota de agua en el océano. Existen sinergias que nos conviene a todos aprovechar. Para no perder la rentabilidad actual tenemos que aumentar el consumo y ser más competitivos y eso pasa por organizarse, mejorar en eficiencia y explorar vías de colaboración con EEUU”. Esa fue la principal conclusión expuesta por Carlos Suárez, presidente del Consejo Europeo del Pistacho (CEP) tras rubricar con su homólogo de American Pistachios Growers  (APG), Richard Matoian, un convenio entre sendas entidades que permitirá compartir información, organizar congresos y visitas conjuntas e identificar futuros proyectos de colaboración.

Suárez y Matoian analizaron durante una jornada en el recinto ferial de Talavera de la Reina (Toledo) la situación de este fruto seco a uno y otro lado del Atlántico y dejaron claras las diferencias entre sendos modelos: más allá de ser un sector sólo incipiente en Europa y ya muy maduro en EEUU –que es, con 590.000 toneladas, el líder mundial indiscutible- el pistacho californiano se basa en sistemas intensivos de altos rendimientos en regadío; el español, por el contrario, es mayoritariamente de secano y/o regadío de apoyo, pero con potencialidad de convertirse en el cuarto productor mundial gracias a la gran superficie disponible para su cultivo y a la ventaja logística de encontrarse dentro del mercado único de la UE. Pero ambos comparten un interés: aumentar la ingesta del pistacho como producto saludable en Europa.

La CEP engloba a buena parte de los principales productores –fundamentalmente españoles- de pistachos pero también a procesadores, comercializadores, viveros así como empresas de maquinaria y servicios procedentes de las principales zonas de cultivo europeas. Grecia es la primera en producción de este grupo, con unas 8.000 toneladas (t) en unas 10.000 hectáreas (ha) pero sin posibilidades de expansión; le sigue España, con 4.500 t. a lo largo de 66.000 ha. plantadas, de las que hoy solo están en producción el 10%; en tercer lugar quedaría Sicilia (Italia) con 2.000 t. en 5.000 ha. pero también limitada por su condición de ínsula.

EL OBJETIVO ES CREAR UNA INTERPROFESIONAL EUROPEA SIMILAR A LA QUE EXISTE DEL ALGODÓN

Nuestro país está llamado a liderar la producción comunitaria y el CEP aspira a ser el germen desde el que erigir una interprofesional europea con la que cimentar el crecimiento de este cultivo y su mercado.

La CEP, siguiendo el modelo norteamericano, ha iniciado este año una campaña piloto a partir de aportaciones voluntarias de sus miembros productores y comercializadores (0,05 €/kg ) para financiar las acciones de la asociación. La intención a largo plazo es, cuando se transforme en una interprofesional europea –como ya existe en el caso del algodón- aprobar extensiones de norma que permitan cofinanciar, junto a los fondos europeos existentes, futuras promociones para incentivar el consumo en la UE.

Para lograr tal meta –dijo Suárez- “es esencial que los distintos actores de la cadena de valor del pistacho en nuestro país y del resto de zonas productoras de Europa den un paso adelante y se asocien al CEP”.

En ambos casos, el europeo y el de California y mucho más aún en el español, se trata de un cultivo en franca expansión que está obteniendo altas rentabilidades. En 2020 la superficie dedicada al pistacho en California no llegaba a las 160.000 ha, este año superará las 180.000 y para 2026 sumarán unas 206.000.

Hoy –como recordó Suárez- en España se produce en unas 66.000 ha, el 70% de ellas en zonas de secano, con rendimientos más bajos que en regadío (400 Kg/ha y 1.000 kg/ha, respectivamente) y sensiblemente inferiores a los californianos. En torno al 80% de lo plantado pero el 98% de la producción actual se corresponde a la variedad Kerman, cuyo principal problema es que el 60% de sus frutos son cerrados (lo que obliga a darles salida a través de la industria).

La situación, según las proyecciones facilitadas, cambiará radicalmente en cinco años: de las 4.500 t. de cosecha de este año se pasará en 2028, dados los espectaculares incrementos anuales en la superficie plantada y las previsibles mejoras en los rendimientos, a “al menos” entre 10.000 y 15.000 t –se triplicará, por tanto-. En esa campaña comenzarán a cobrar mayor relevancia las nuevas variedades más productivas y con mayor porcentaje de frutos abiertos, que se han estado plantando recientemente, como las de California Golden Hills/Lost Hills o Sirora, dirigidas al mercado de snacks.

Ante tal panorama, Suárez reivindicó preparar –ya- al sector para responder a los principales retos que pronto se presentarán o ya se están dando. En primera instancia destacó el conflicto que genera, sabiendo que entre recolección y pelado y secado no puede transcurrir más de 24 horas, el procesado de “tantas variedades –hasta 15- con sus particularidades según sean producción convencional o ecológica”.

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