Monsanto, una multinacional con unos ingresos anuales de 56.000 millones de dólares, es la mayor manipuladora genética de semillas y vende cada año por valor de 13.500 millones de sus variedades exclusivas.
La empresa probó la cepa de semillas de trigo alterado Roundup Ready que se hallaron en Oregón en sus lotes experimentales en al menos doce estados de EEUU entre 1994 y 2005.
Una de las características de esa variedad era la resistencia al Roundup, uno de los herbicidas que forman parte de otra de las actividades lucrativas de Monsanto, además de los pesticidas.
Pero el Departamento de Agricultura no llegó a aprobar el uso comercial de Roundup Ready, y Monsanto cesó la producción de esos granos considerando que no tendría un mercado viable por la desconfianza de los consumidores hacia los alimentos modificados genéticamente.
Recientemente un agricultor en el este de Oregón intentó deshacerse de algunas hierbas molestas con el herbicida Roundup y se topó con una parcela de unas 32 hectáreas con plantas indiferentes al producto químico.
El Departamento de Agricultura identificó el miércoles esas plantas como trigo Roundup Ready.
Cancelaciones de compras a futuro
Japón, el mayor importador de trigo estadounidense después de México, reaccionó de inmediato y anunció el jueves la cancelación de las compras a futuro del trigo blanco y el de ración, a la espera de conocer más detalles del caso. Corea del Sur también ha cancelado las compras y suspendido los embarques.
Asia consume cada año unos 40 millones de toneladas de trigo, un tercio de la ingesta mundial, y gran parte de ese cereal proviene de EEUU.
El hallazgo del trigo mutado podría tener un impacto a largo plazo sobre las perspectivas de exportación estadounidenses, en momentos en que se espera una producción global sin precedentes, agrandada por un 48% de incremento en la cosecha de Rusia y del 40% en Ucrania.
Monsanto señaló que cada año se plantan en EEUU aproximadamente 23,5 millones de hectáreas con trigo y que la reacción a unas pocas plantas mutantes en Oregón es un poco exagerada.
Nadie sabe cómo el trigo Roundup Ready apareció en Oregon pero la noticia resonó en todo el mundo.
Al menos 67 países tienen regulaciones estrictas que exigen que las etiquetas de los alimentos informen a los consumidores sobre la presencia de ingredientes que resultan de la manipulación genética.
Monsanto, adversario acérrimo de tales explicaciones a los consumidores, fue blanco de protestas globales esta semana contra las supersemillas que resisten los herbicidas.
La firma sostiene que los productos agropecuarios manipulados genéticamente son inocuos para la salud humana.
Actualmente no hay variedad alguna de trigo modificado genéticamente autorizada para la venta o la producción en Estados Unidos o en cualquier otra parte del planeta.
En Estados Unidos las variedades de algodón, maíz y soja salidas de los laboratorios han pasado a ser del 5 a 17% en 1997 a entre dos tercios y más del 90 por ciento en 2012.
El hallazgo del Roundup Ready ha alentado las protestas de quienes se oponen al desarrollo de variedades de plantas alimenticias modificadas genéticamente que, además, se concentran en manos de las empresas que poseen la patente la producción de los alimentos para la humanidad.
Uno de los peligros que señalan estos grupos es que esas variedades mutantes escapen al control de los productores y se extiendan compitiendo con plantas que son susceptibles a herbicidas y pesticidas.
"Alguien ha estado cultivando este trigo, de forma inadvertida, durante años, ya sea una compañía sementera o este agricultor (de Oregón", comentó en una entrevista televisada Doug Gurian Sherman, de la Unión de Científicos Preocupados.