La fractura hidráulica, o fracking, consiste en romper rocas que albergan los hidrocarburos (gas o petróleo) mediante la inyección a alta presión de un compuesto de agua (99,5%), arena y productos químicos. Se perfora entre los 2.000 y 6.000 metros de profundidad. Los avances de los últimos años permiten exprimir los restos de la esponja gasística y petrolera. Dentro del gas no convencional, se encuentra el shale gas (de pizarra), el tight gas(se extrae de arenas compactas) y el coal bed methane (metano del manto de carbón).
Las zonas con mayor potencial para extraer gas de pizarra son, por orden de expectativas de las empresas según publica El País, la Cuenca Vasco-Cantábrica(donde ya se han realizado 202 sondeos de exploración y se estima la existencia de 1,08 billones de metros cúbicos de gas no convencional), el Macizo Cantábrico (con dos sondeos y una previsión de 381.000 millones de metros cúbicos), la Cuenca Surpirenaica (en la que se ha perforado 63 veces y se presume un almacenamiento de 263.000 milones de metros cúbicos) y la Cordillera Ibérica (con 18 sondeos y 95.000 millones de metros cúbicos).
Los últimos datos del sector contabilizan 70 permisos de investigación vigentes y otros 75 pendientes de otorgar, 47 de ellos ante las comunidades autónomas. Este interés por el subsuelo español no se había visto desde los años setenta. Los permisos son genéricos, de “investigación de hidrocarburos”, pero la mayoría prevé utilizar el fracking para obtenerlos.
El primer gran debate sobre el fracking llegó al gran público en 2011 cuando el entonces lehendakari vasco, Patxi López (PSE), anunció por todo lo alto que en Euskadi se había encontrado una reserva de gas pizarra equivalente a cinco veces el consumo anual de toda España. Su Ejecutivo ´puso en marhca la iniciativa a través de proyecto Gran Enara, por medio de la sociedad pública Hidrocarburos de Euskadi. El Gobierno de Iñigo Urkullu (PNV) le puso freno nada más ganar las elecciones. La fuerte contestación social en Álava hizo incluso que varios municipios se declarasen “zona libre de fracking”. Prácticamente cada semana se constituye una nueva organización ciudadana en algún punto del país contra la técnica.
Lo más curioso es que actualmente el PSOE es uno de los primeros opositores a este modelo, al que acusan de no estar totalmente controlado y no ofrecer garantías y al destacar que detrás de todos los informes favorables hay intereses empresariales de lobyys. Por su parte, desde Izquierda Unida se critica la formas, el fondo y, en especial, el futuro, al considerar que con esta fórmula se paraliza las inversiones en la investigación y desarrollo de otras energias renovables.
Desde el Partido Popluar, lavoz más contuenden y clara ha sido la del ministrode Industria, José Manuel Soria, que ha asegurado que "este ministerio considera que esta técnica debe ser permitida” siempre que se cumplan las medidas de protección del medio ambiente y las personas. Para tranquilizar a los municipios, añadía que las empresas deberán constituir seguros de responsabilidad civil “para hacer frente a eventuales incidentes”.