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   Sin embargo, el reto de todos ellos es que cumplan con las especificaciones en materia de seguridad alimentaria.

   Los envases horneables y microondables, por ejemplo, deben garantizar que no se produce migración del material en las diferentes temperaturas de calentamiento exigidas para la preparación del alimento.

   Por su parte los envases activos, que pueden alargar la vida útil de los alimentos, deben garantizar que las sustancias que se incorporan son idóneas para el contacto alimentario. Por su parte, los envases fabricados con material reciclado, también deben contar con una garantía de limpieza total.

   Y los envases inteligentes, capaces de ofrecer información sobre punto óptimo de consumo, de cocción o, incluso, si se ha roto la cadena de frío en su traslado, deben ofrecer seguridad de que la información que aportan es correcta.

Adaptarse a la migración de sustancias de los envases a los alimentos


    En este sentido, Laura Valle ha comentado en el congreso de AECOC que la industria alimentaria se debe adaptar a las nuevas alertas que surgen respecto a los riesgos de la migración de sustancias desde los envases a los alimentos.

   Laura Valle es la responsable de la "Oficina de Materiales en Contacto con Alimentos y Cosméticos" y que responde a la creciente necesidad de garantizar a empresas envasadoras y consumidores que los productos alimentarios y cosméticos son seguros desde la perspectiva del envase que los contiene y que no se produce ninguna transferencia ni contaminación.

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