Este movimiento hacia unidades a precio de 1 euro es para el profesor de Dirección de Marketing del ESADE Gerard Costa, una referencia a la recesión de postguerra, "es un valor fijo, comparable, donde el consumidor no quiere pensar si una marca tiene más valor que otra, sino que quiere galletas, a lo que llegue con un euro: Házmelo más simple y comprable", asegura.
En esta línea, unas de las primeras en mover ficha han sido las empresas de embutidos como Campofrío o El Pozo, que posicionaron algunos de sus envases a precios de 1 euro (por debajo de los 100 gramos) y les situaron a niveles comparables en unidades por precio a las de las marcas de la distribución.
La estrategia acertó de pleno y el impacto positivo en las ventas, tal y como reconocía a Efeagro el director general de Campofrío España, Ignacio González, quien aseguraba no lo habían experimentado con otros productos.
La gente ya no se ‘fía’ de las ofertas
Costa asegura que entre el 30 y 35% de los consumidores no quieren oír hablar de promociones porque saben que si bien ese producto estará más barato, no ocurrirá lo mismo con el resto, por lo que el tique, al final "saldrá más caro".
Para Costa, si bien es normal que la distribución realice promociones con las que combina productos más baratos con otros complementarios más caros, o que la hostelería venda, por ejemplo los cubos de cerveza a bajo precio, porque espera compensar con las tapas o raciones, no lo ha sido en la alimentación.
Precisamente el hecho de que lo haga la propia industria alimentaria cuando no cuenta con esas promociones cruzadas significa que se ha dado cuenta de que "el cambio que se ha producido en el consumidor es a largo plazo", comenta Costa.
Precisa que la duda que aún no se ha despejado es "cuándo el consumidor querrá renunciar a este cambio tan traumático, ya que en otros casos históricos que se han producido lleva mucho tiempo".
Las multinacionales se suman a la iniciativa
Multinacionales de la alimentación ha reducido el tamaño de los envases con el objetivo de salir con un precio final al cliente más bajo en la banda entre los 1 y 2 euros, es el caso de Nestlé, que incluso ante el boom experimentado por el fenómeno del tupper, han puesto en el mercado productos diseñados para llevar a la oficina, según aseguraba a el director general, Bernard Meunier.
Las cadenas de comida rápida han sido las primeras en darse cuenta de este fenómeno, algunas como McDonald’s han sido pioneras y otras como 100 Montaditos, del grupo Restalia, ha dado la vuelta al negocio en una apuesta clara por este modelo.
Por su parte, la distribución ha abierto los ojos al cambio del consumidor y el impacto del precio psicológico de 1 euro/dólar, y en Estados Unidos y Reino Unido han surgido cadenas de alimentación con productos a precios de un dólar, un fenómeno que por el momento no ha llegado al mercado español.
"El consumidor no está para sorpresas y quiere saber en todo momento cuánto se va a gastar por persona, antes de pagar en caja", asegura la consejera delegada de Rodilla, María Carceller.