Estoy convencido, de que una de las razones del desprestigio actual de la actividad política, tiene su fundamento  en la diferencia entre lo que los políticos dicen que van a hacer y lo que realmente hacen.

    En el sector agrario y en el medio rural los comportamientos de nuestros políticos no son diferentes, aunque haya algunas honrosas excepciones.
 Mientras  que buena parte de los políticos sigan tomándonos  por tontos y  proclamen con una mano, lo contrario de lo que hacen con la otra, la situación del país va a tener una difícil solución.

   Los agricultores y ganaderos vemos con demasiada frecuencia cómo se declara por parte de muchos de nuestros políticos,  la importancia del sector agrícola  y  ganadero,  del mundo rural, lo estratégico de nuestra función  en el país, la contribución que hacemos los agricultores y ganaderos para tener una alimentación sana y variada,  el aporte del sector agrario al empleo en zonas donde nadie lo hace, nuestra contribución a las exportaciones y su innegable apoyo  a la mejora de la balanza comercial etc. etc. Pero mientras proclaman esto, esos mismos políticos  aplican  unos recortes presupuestarios bestiales a todas aquellas políticas agrarias que ellos  dicen que son importantes,  necesarias y que deben ser apoyadas y, así, mal vamos.

    Esto nos ocurre en la actualidad con la práctica totalidad de los Ayuntamientos, Comunidades Autónomas, Ministerio de Agricultura y Unión Europea,  aunque esta última en menor medida, esa es la verdad.

    Por poner algunos ejemplos, cabe recordar cómo tras declarar la importancia del rejuvenecimiento generacional y la necesidad de apoyo a la incorporación de jóvenes… a continuación se recorta o se suprime el presupuesto que lo haría posible.
Lo mismo ocurre con el sistema de seguros agrarios, pionero en el mundo y de gran implantación en nuestro país,  al menos en algunas producciones y cultivos…pero tanto el gobierno, a través de ENESA como las  Comunidades Autónomas, le están quitando una buena parte de los apoyos públicos que los sostienen, consiguiendo hacerlos inviables.

    También cuando hablamos del regadío, a nuestros responsables políticos “se les llena la boca” para decir que las 3,5 millones de hectáreas de regadío que hay en el estado español generan el 65% de la producción final agraria, y resaltan la conveniencia y la importancia de potenciar consolidar y aumentar el mismo;  pero si miramos los presupuestos que destinan realmente  a eso;  los recortes realizados, en los últimos cuatro años, van desde el 30% al 70%. Y así, suma y sigue.

    Naturalmente la excusa, o razón final para hacerlo, es la crisis, la dificultad financiera del momento actual. Pero sin embargo no actúan así, recortando en la misma proporción, los cuantiosos salarios que cobran los dirigentes de empresas públicas, las dietas y las numerosas gabelas existentes. Para eso y para los bancos quebrados y mal gestionados sigue habiendo recursos.

    Va siendo hora de que se instale en la política, un poco menos de desvergüenza y mucho más de sinceridad, sobre todo, si de verdad quieren que los ciudadanos nos impliquemos en la gestión de lo publico y confiemos en nuestros políticos y en nuestras instituciones. Tengo la sensación, como mucha gente de nuestra sociedad, de que los vasos de  buen vino se los beben entre cuatro, mientras el vinagre nos lo dan al conjunto de los ciudadanos.

   Los ciudadanos sabemos, que estamos en medio de una crisis económica y que no existen los recursos públicos que nos gustaría para muchos de los proyectos que sería  positivo  impulsar, pero dígase, pónganse encima de la mesa los recursos disponibles y las prioridades para el gasto. No es malo escuchar las propuestas de los demás, si las hay, y compartir los análisis sobre la realidad agropecuaria y rural del país y las posibles soluciones.

    Si se continua desmantelando, de fronteras para adentro, los apoyos al medio rural, a la agricultura, a la ganadería y  nos suben los impuestos, la energía, se aumenta la competencia desleal con acuerdos de libre comercio con los que no son iguales etc., etc., acabaremos  destruyendo una de los pocas actividades económicas que, junto al turismo (y aunque sea con menos propaganda), han hecho posible que sigan  funcionando, al menos,  otras áreas  productivas de la economía nacional, que no son la construcción.

    Que en este país tengamos una alimentación variada, sana, abundante y a precios razonables   -en lo que del agricultor y ganadero depende-, a la vez que nos permitimos exportar, con la consiguiente mejora de la balanza comercial, muchos millones de euros de naranjas, aceite de oliva, vino, frutas y hortalizas.. etc. Ni es casualidad, ni significa que se pueda perjudicar  su estructura, aprovechando la “maravillosa” excusa de la crisis.

    No podemos quedarnos sólo con los objetivos, los presupuestos y las prioridades agrarias que marque la Unión Europea, porque en muchos casos, ni son suficientes, ni son los adecuados para una parte de nuestros territorios, de  nuestras producciones o de nuestros agricultores.

    En el medio rural y en el sector agropecuario español, hace falta una planificación real, con objetivos propios, más allá del corto plazo y del titular de prensa. Los políticos deberían en éste, como en otros sectores, comenzar por  hacer lo que  dicen y decir lo que hacen y  concertar con lealtad, es decir,  escuchando  a los demás. Eso  nunca ha sido malo en ningún sector, en este tampoco.

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