El cultivo de maíz Bt ha permitido en los últimos 15 años una producción extra de un total de 853.201 toneladas. Para conseguir esta producción adicional a través de cultivos convencionales habría sido necesario incrementar la superficie de cultivo con un gasto de agua agregado de 490.126 miles de m3. Esta cantidad de agua equivale a abastecer anualmente a 59 ciudades de 10.000 habitantes.
En un contexto global, el cultivo del maíz Bt en España ha permitido evitar una huella hídrica de 1,041 millones de m3 durante los 16 años del cultivo, reduciendo así la presión de la actividad humana sobre el agua dulce.
Además, este cultivo ha generado una fijación neta de carbono adicional de 662.937 toneladas de CO2 equivalentes. Dicha fijación neta supone que desde el inicio del cultivo del maíz Bt hasta la actualidad se han compensado las emisiones anuales de CO2 de 22.394 coches en España.
Las principales razones económicas que impulsan la adopción del maíz Bt son los mayores rendimientos agronómicos y sus menores costes de producción. Esto se debe a un menor uso de fitosanitarios, la reducción de los costes derivados, un menor contenido de fumonisinas (micotoxinas) en el maíz, así como la reducción de las pérdidas productivas causadas por la plaga del taladro.
Además, el maíz Bt reduce el impacto medioambiental sobre especies de insectos beneficiosas. Las diferencias medias de rendimiento varían entre el 7,38% y el 10,53% en función de la zona y de la severidad de la plaga.
El mayor rendimiento del maíz Bt se traduce en beneficios económicos adicionales para el agricultor, debido al mayor margen bruto que se genera en relación al maíz convencional. Esta diferencia de margen bruto puede alcanzar hasta los 147 euros por hectárea en función de la zona y del año de estudio. Además de los beneficios económicos, los agricultores también destacan su facilidad de gestión.