"En la Península Ibérica esta especie estuvo restringida a los sistemas montañosos de la mitad norte hasta los años 70, a finales de esa década empezó un proceso de expansión que le ha llevado a colonizar las llanuras agrícolas de Castilla y León, donde ha causado importantes daños en la agricultura, así como problemas de salud en humanos", añade Jareño.

    Para hacer estimaciones del tamaño de su población se ha elaborado un índice con los signos de actividad del roedor, presencia o ausencia de restos de alimentación y de excrementos.

    Este índice indirecto sustituye los trampeos, mucho más costosos en tiempo, en material y en personal, que se reservan para recoger información más detallada de forma puntual.

    "El uso generalizado de este índice ayudaría a mejorar la monitorización de las dinámicas poblacionales del topillo campesino y a mejorar el control de la especie", concluye.

    En el estudio también han participado la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y la Universidad de Valladolid.

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