“Aunque algunos elementos clásicos de la producción integrada se van convirtiendo poco a poco en elementos obligatorios en las prácticas de los agricultores, esto no debe alterar la naturaleza voluntaria del sistema de producción integrada con el fin de facilitar la integración de los agricultores en función de sus condiciones económicas, ambientales o geográficas. La decisión de un agricultor de convertirse a la producción integrada implica cambios importantes en su forma de gestionar la explotación y sobre todo una fuerte inversión en asesoramiento técnico, formación, controles, material y productos específicos”, afirma el dictamen.

    En el trabajo elaborado por el CESE, y del que ha infomado la propia ASAJA, queda de manifiesto que la agricultura ecológica y la producción integrada no son en absoluto modelos contrapuestos sino que representan caminos diferentes de alcanzar un mismo objetivo: “la sostenibilidad de la actividad agrícola”.

    A partir de ahora este dictamen lanza el debate en Bruselas sobre la sostenibilidad de la agricultura y la necesidad de plantearse seriamente, a escala comunitaria, cómo promocionar modelos productivos que defiendan la agricultura profesional con el respeto de altos estándares ambientales y sociales. Además apunta a la necesidad de mejorar la información al consumidor y la necesidad de una mejor comprensión de la realidad de una explotación agraria.

     “Los múltiples sellos de calidad generan confusión entre sus destinatarios finales; por ello deben intensificarse los esfuerzos por acercar al ciudadano a los productos agrarios que respetan altos estándares económicos, sociales y medioambientales”, se señala.

    Igualmente, se ratifica que coexisten muchos distintivos de calidad regionales o nacionales para identificar la producción integrada y, por ello, existe un debate abierto sobre la idoneidad de crear un nuevo logo comunitario o una simplificación de los existentes.

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