Hogan ha ofrecido ejemplos muy gráficos sobre Irlanda, donde en el pasado una hectárea producía tres toneladas de trigo, que daban dinero para comprar 105 barriles de crudo, mientras que ahora la misma superficie genera 9 toneladas de trigo y solo da para 40 barriles. Y eso que el oro negro cotiza bajo.

Baja el petróleo, suben los abonos

    El comisario se ha preguntado por qué si los precios del petróleo y del gas han caído un 45 % desde junio, el agricultor (irlandés) va a pagar un 7% más por sus abonos en 2015. Una queja que se viene yendo con el mismo contenido en España desde hace varios días.

    Ha hablado de ganadores y perdedores, ha apuntado que es “obvio” que entre las empresas que suministran inputs hay abastecedores con mucho poder y están usándolo para fijar precios y obtener márgenes anormales en una coyuntura de abaratamiento de la energía.

    Hogan  ha asegurado que impulsará cambios para que en la cadena alimentaria todos los implicados se den cuenta de que el agricultor debe tener unos ingresos dignos. No han faltado alusiones al papel del productor frente a la concentración de los hipermercados y, por su puesto, su promesa de presentar estos argumentos a la comisaria europea de la Competencia, Margrethe Vestager.

    El discurso suena bien pero es una nueva letra o versión de una canción muy conocida entre los agricultores. Antecesores suyos como el rumano Dacian Ciolos o ministros agrícolas en los países comunitarios han dicho ya en otras ocasiones aquello de “vamos a hablar con los de Competencia”.

    Todo esfuerzo en este sentido es loable, a escala nacional o europea. Pero, ¿logrará Hogan solucionar el verdadero caballo de batalla del sector, a veces más bravo que la negociación de subvenciones? Bienvenido sea su interés por poner el cascabel al gato.

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