Pedro Barato / Presidente de Asaja nacional
La guerra comercial desatada por Donald Trump, con la imposición de aranceles del 20% a productos europeos, ha puesto en jaque a la economía global. Aunque el presidente estadounidense ha anunciado una pausa de 90 días para negociar, esta tregua no debe interpretarse como un avance hacia la solución del conflicto, sino como un momento de incertidumbre que podría paralizar las negociaciones y agravar las tensiones. En este escenario, el sector agrario español se encuentra en el ojo del huracán, enfrentando una amenaza que podría tener consecuencias devastadoras.
EL IMPACTO EN LOS PRODUCTOS AGRARIOS
España, como uno de los principales exportadores de productos agroalimentarios, está especialmente expuesta a los efectos de esta guerra comercial. El aceite de oliva, el vino y el queso, pilares de nuestra economía y cultura, se enfrentan a un encarecimiento que podría reducir su competitividad en el mercado estadounidense. Los aranceles no solo afectan a los productores, sino también a los consumidores, quienes tendrán que asumir precios más altos. En el caso del vino, por ejemplo, las bodegas españolas ya están buscando mercados alternativos como Brasil, Japón o Australia, ante la incertidumbre de mantener su presencia en Estados Unidos.
El sector agrario no solo sufre por los aranceles impuestos por Trump, sino también por las posibles contramedidas de la Unión Europea. La soja, fundamental para la alimentación animal, podría ser gravada, lo que encarecería los costes de producción y afectaría directamente a la ganadería española. En este contexto, ASAJA ha pedido a la UE que excluya los productos agroalimentarios de las represalias, argumentando que el campo no debe ser moneda de cambio en disputas comerciales.
UNA PAUSA QUE NO TRANQUILIZA
La pausa anunciada por Trump, lejos de ser un gesto conciliador, parece ser una estrategia para ganar tiempo y presionar a sus socios comerciales. Mientras tanto, la Unión Europea ha aprobado su propia lista de aranceles, que incluye productos estadounidenses como arroz, soja, almendra, tomates, carne avícola, huevos, salchichas y cerámica. Este cruce de medidas no hace más que aumentar la incertidumbre y el riesgo de una escalada que perjudique a ambas partes.
La guerra comercial no beneficia a nadie. Los productores ven cómo sus exportaciones se reducen, los consumidores enfrentan precios más altos y las economías nacionales sufren por la contracción del comercio. Incluso en Estados Unidos, los sectores afectados por los aranceles están presionando a Trump para que reconsidere su postura. La industria química española, por ejemplo, estima que podría perder 4.220 millones de euros en cifra de negocio si no se llega a un acuerdo.
EL CAMPO, SIEMPRE EL MÁS CASTIGADO
En esta batalla comercial, el sector agrario siempre parece ser el más vulnerable. Los agricultores y ganaderos, que ya enfrentan retos como la sequía y la competencia desleal, ahora deben lidiar con los efectos de una política arancelaria que amenaza con desestabilizar sus mercados. La incertidumbre generada por los aranceles no solo afecta a las exportaciones, sino también a la planificación y la inversión en el sector.
Es urgente que la Unión Europea y Estados Unidos encuentren una solución negociada que evite una escalada de represalias. El campo no puede seguir siendo el chivo expiatorio de conflictos políticos y económicos. Los agricultores necesitan estabilidad y apoyo para seguir produciendo alimentos de calidad y sostenibles.
En definitiva, la guerra comercial es una batalla donde todos pierden. La pausa anunciada por Trump no debe ser vista como un avance, sino como una oportunidad para que ambas partes reflexionen sobre las consecuencias de sus acciones. Es momento de priorizar el diálogo y la cooperación, dejando de lado las políticas que solo generan división y perjuicio. El sector agrario, que ya enfrenta suficientes desafíos, no puede ser el más castigado en esta disputa. La solución debe ser justa y equilibrada, porque en una guerra comercial, no hay ganadores, solo víctimas.
(Publicado en Asaja.com)