La salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) dejará un agujero de entre 1.200 y 3.100 millones de euros en el presupuesto de la Política Agrícola Común (PAC), según un informe, al que tuvo acceso Efe, elaborado por la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural del Parlamento Europeo (PE), que destaca que el Brexit no afectará tanto a la continuidad de los pagos directos, pero sí será «algo más complicada» la regulación de las ayudas al desarrollo rural.
Se trata de una evaluación realizada por los eurodiputados expertos en el sector, que evalúa el impacto que tendrá en la agricultura europea «el supuesto» de que el Reino Unido deje de ser un Estado miembro de la UE.
«El Brexit abrirá una brecha significativa en la financiación de la PAC», alertan los eurodiputados
«Es difícilmente concebible que el Reino Unido siga formando parte de la PAC si no forma parte del Mercado interior», consideran los eurodiputados, que recuerdan que el vínculo entre ambos está estipulado en los tratados europeos.
Por ello, el Brexit tendría varias consecuencias en el mercado agrícola europeo, en primer lugar en la financiación de la PAC, dado que el Reino Unido es un contribuyente neto al presupuesto global de la UE (incluso con el descuento del «cheque británico») y también en el de la política agraria.
«El Brexit abrirá una brecha significativa en la financiación de la PAC», alertan los eurodiputados en el análisis, que evalúa este agujero entre 1.200 millones y 3.100 millones si la UE quiere mantener los actuales niveles de gasto para los restantes 27 Estados miembros.
El asunto se complica si la salida del Reino Unido se hace efectiva, según lo previsto, en 2019, dado que los países restantes tendrán que ajustar el actual marco financiero plurianual (vigente hasta 2020), salvo que el Brexit coincida con la entrada en vigor del siguiente, para el periodo 2021-2027.
La comisión de Agricultura muestra su preocupación por los «sobres» financieros disponibles para los países y por cómo el nuevo reparto dependerá de tres factores: si los países deciden o no incrementar sus contribuciones, si se mantiene el mismo presupuesto para la PAC (cerca del 39% del total de la UE) y de la reforma de la nueva política, que entrará en vigor a partir de 2020.
«No hay razón por la que los mecanismos actuales de la PAC deban modificarse para los 27 Estados», añaden los eurodiputados, que no ven «excesivas complicaciones» en la continuidad de los pagos directos, pero sí «algo más complicada» la regulación de las ayudas al desarrollo rural.
Desde el punto de vista económico, el Brexit puede tener un impacto «en los precios y las cantidades» de los productos en el mercado, y «variará de un sector a otro en función del peso relativo de la producción del Reino Unido».
Se creará un problema con el reconocimiento mutuo de las DO y con las relaciones con terceros países
Por ejemplo, los efectos serán significativos en la producción de ovino y caprino, dado que el Reino Unido ostenta el 33 % del total de la UE.
Otro asunto a debate es el reconocimiento de las Denominaciones de Origen e Indicaciones Geográficas: el Reino Unido cuenta con 59 nombres registrados (de un total de 1.110), que dejarían de estar reconocidos en la legislación europea.
«En la hipótesis de que el Reino Unido, como país tercero, entre en una nueva relación con los 27 basada en un acuerdo de libre comercio, sería importante incluir un reconocimiento mutuo de las indicaciones en acuerdos como el reciente CETA (con Canadá)», apuntan los diputados.
El Brexit también plantea cuestiones como cuál será la relación del Reino Unido con países terceros, que puede «alterar el equilibrio económico establecido en los acuerdos ya alcanzados».
«Los países terceros pueden quejarse legítimamente de la reducción unilateral del mercado de la UE al que tuvieron acceso; pero, al mismo tiempo, la UE puede quejarse legítimamente si tiene que aceptar las mismas cantidades de bienes (…) aunque el tamaño de su mercado se haya reducido», plantean.
Sobre el impacto que tendrá este nuevo escenario en Londres, los eurodiputados se preguntan si el Gobierno británico «tendrá la capacidad de hacer frente a tantas negociaciones comerciales de urgencia con una administración que ha perdido experiencia y saber hacer en este tipo de negociaciones desde los años setenta».