Unas misteriosas barricas dieron lugar hace 130 años a uno de los brandis más vendidos en el mundo, el «Carlos I», un aniversario de un brandy de Jerez que ahora se celebra con una edición especial y unas visitas a las bodegas en las que se cría y envejece tan noble líquido.

La edición, destinada a amantes del brandy dispuestos a pagar 250 euros por cada una de sus 1.665 botellas, está firmada por Ignacio Lozano, maestro mezclador de la marca, que se ha encargado de elaborar un brandi irrepetible, para la que se han vaciado de forma íntegra dos de las botas centenarias de la solera fundacional,

Más del 40% de esta edición ha sido reservada para formar parte de las bodegas de los coleccionistas del brandi de los primeros mercados internacionales, como Alemania, Suiza y China, y el resto se ha quedado para el comercio nacional, explica Osborne, propietaria de esta marca desde 2008, cuando la compró a Domecq.

Para acompañar este aniversario la bodega ha querido también abrir las puertas de las bodegas de El Puerto de Santa María para adentrarse en la historia de este brandy.

SU ORIGEN  NACE CUANDO UN MAESTRO BODEGUERO ENCONTRÓ UNAS MISTERIOSAS BOTAS EN SU ANTIGUA BODEGA DE JEREZ DE LA QUE NADIE SUPO NUNCA DE DÓNDE PROVENÍAN

Los orígenes del brandy se remontan al siglo VII, cuando en Andalucía los árabes destilaban vino en alquitaras para obtener el alcohol que usaban con fines médicos y cosméticos.

Doce siglos después comenzó la historia del «Carlos I», cuando un maestro bodeguero encontró unas misteriosas botas en su antigua bodega de Jerez.

«Ni el maestro ni nadie supo nunca de dónde provenían, pero al instante se dieron cuenta de que contenían el brandy más exquisito que habían probado jamás. Por su sabor capaz de conquistar el mundo, lo llamó Carlos I, en homenaje a quien siempre buscó la unión de culturas en uno de los mayores imperios conocidos», explica Osborne en sus notas sobre esta edición especial.

Carla Terry, sexta generación de la familia Osborne, conduce las visitas que desde este fin de semana la compañía ha organizado para acercar al público la historia de este brandy de Jerez, y los secretos del sistema dinámico de envejecimiento que le distinguen.

La visita ofrece la oportunidad de conocer la tonelería de Osborne, donde se cuidan las botas de roble americano, con una media de vida de 40 y 50 años envejeciendo vinos de Jerez.

«Es una de las grandes diferencias del brandy de Jerez con respecto al coñac francés, las botas en las que se crían aquí aportan unos matices únicos», explica a Efeagro Carla Terry.

Sin pasar por la destilería de Tomelloso (Ciudad Real), la visita recorre la bodega «El Tiro», abierta al público únicamente para este aniversario, y la bodega de Mora, que alberga una de las colecciones más amplias de vinos viejos que existen en el mundo, para recorrer la historia de crianza de este noble líquido, junto con una sucesión de catas.

Osborne, que vende el 80 por ciento de su producción de este brandy en el mercado internacional, conmemora este aniversario el mismo año en el que ha sido reconocida en los premios IWSC (International Spirits Challenge) como «Brandy Producer of the Year 2020», en los que el «Carlos I» ha obtenido la medalla de oro, explica la compañía.

El brandy de Jerez, como todos los vinos del Marco, mira, celebra y presume de su larga historia, mientras trata de conquistar su futuro.

«Queremos rejuvenecer esta bebida», asegura Carla Terry, mientras cuenta que una de las estrategias por las que apuestan es por fomentar su uso en el mundo de la coctelería.

(Texto: Isabel Laguna /Efeagro)

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