EFE.- Los primeros 17 animales llegaron en mayo desde reservas naturales y centros de cría de toda Europa.
Hasta octubre, estarán sometidos a vigilancia especial y en semi cautividad, antes de soltarlos en las florestas de Tarcu Armenis.
Esta región de los Cárpatos ha sido elegida porque fue en el pasado uno de los hábitats principales de este enorme animal.
Además, destaca por su escasa actividad humana, su exhuberante biodiversidad y la presencia de corredores ecológicos, que facilitan la superviviencia y expansión del mamífero más grande de Europa.
Después del periodo de adaptación, los animales vivirán en absoluta libertad en una zona de 59.000 hectáreas.
Ya no recibirán alimentos de los organizadores de la repoblación, Rewilding Europe y World Wide Fund Rumanía (WWF), a no ser que la dureza del invierno obligue a intervenir.
«Es un día muy importante porque normalmente solemos perder especies pero hoy hemos ganado una en este área», dijo la directora de WWF Rumanía, Magor Csibi, cuando llegaron los bisontes.
«Si durante mucho tiempo la solución para proteger el ecosistema pasaba por alejar a la gente, apreciamos hoy cómo las personas y la naturaleza tienen la oportunidad de convivir juntos», agregó.
Esta reintroducción es novedosa en Europa porque es la primera que se lleva a cabo no en una reserva natural, sino en un paraje donde los animales tendrán absoluta libertad de movimiento.
«El bisonte es parte de nuestro patrimonio cultural rumano», explica Adrian Hagatis, encargado del proyecto de Rewilding Europe en los Cárpatos meridionales.
«Se trata de una especie que se extinguió en Rumanía hace más de 200 años, pero nunca ha desaparecido de nuestras mentes y almas», asegura en declaraciones a Efe en Bucarest.
El último bisonte libre en Rumanía fue cazado en 1790 en las montañas de Transilvania.
Con la iniciativa «Bisonte Montañas Tarcu», se pretende, sobre todo «enlazar la preservación de la naturaleza y el hábitat con el desarrollo local mediante la creación de una red de atracción turística», explica Hagatis.
«Los habitantes de la zona están apoyando nuestra iniciativa, aportando el terreno y su valiosa colaboración para que esta especie se adapte a su nuevo estilo de vida silvestre», añade el experto.
Destaca que ya se ha contratado a dos guardas forestales y que se continuará generando empleo gracias al turismo ecológico.
La manada de bisontes crecerá este verano con otros 10 ejemplares y seguirá incrementándose con otros 20 cada año, hasta alcanzar al menos los 200 en el año 2024.
Pero si los animales se reproducen como se espera, la cifra se elevará hasta el medio millar de bisontes.
«El bisonte es una especie frágil porque su diversidad genética es muy baja; sólo se reproduce el macho dominante», advierte Hagatis, quien se muestra optimista pese a las dificultades que afrontarán para su integración en el nuevo medio.
Los animales traídos a Rumanía tienen una edad media de tres años y la esperanza de vida de la especie no supera los 20.
En su nuevo ecosistema estarán acompañados de otros animales salvajes como osos y lobos.
«La única manera de evitar que desaparezcan por la falta de comida a causa de las bajas temperaturas pasa por incrementar su población lo más rápido posible», señala Hagatis.
Precisa que intentarán que se apareen todos sus miembros para que hayas más individuos que aseguren la supervivencia de la manada.
Para poder seguir su rastro, los científicos han les colocarán unos collares que permitirán localizarlos, sobre todo a los machos dominantes, mediante GPS.
Según Rewilding Europe, actualmente en todo el mundo hay solo 5.046 ejemplares del bisonte europeo, de los que unos 3.230 viven en libertad o en semi cautividad.