MARM.-Eduardo Tamarit ha recordado que la actividad milenaria de la trashumancia ha propiciado la pervivencia de ecosistemas semi-naturales de gran riqueza en términos de biodiversidad

También ha asegurado que el MARM apuesta no sólo por seguir manteniendo transitable el entramado de vías pecuarias, sino por el apoyo decidido a la naturaleza, a la cultura, a la vida que a lo largo de ellas se genera

El secretario general de Medio Rural del MARM, Eduardo Tamarit, junto al director general de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea, José Manuel Silva, ha participado hoy en Sevilla en la inauguración de la jornada “Trashumancia, desarrollo rural y biodiversidad”, donde ha subrayado que la trashumancia y sus vías pecuarias constituyen un valor público ambiental y cultural único en Occidente, susceptible de generar sinergias hacia la recuperación socioeconómica, potenciando un desarrollo endógeno y sostenible de los territorios.

Durante el acto, organizado por el Correo de Andalucía y patrocinado por el MARM, Eduardo Tamarit ha recordado que la actividad milenaria de la trashumancia ha propiciado la pervivencia de ecosistemas semi-naturales de gran riqueza en términos de biodiversidad. Así, el 20% del territorio español corresponde a praderas y pastizales reconocidos como hábitats prioritarios para la Red Natura 2000, cuya conservación es posible gracias a la ganadería extensiva.

Asociado a la trashumancia, ha añadido el Secretario General, se encuentra una red de pastizales longitudinales, las denominadas vías pecuarias, que con una longitud de 125.000 kilómetros cuentan con el estatus de dominio público de las Comunidades Autónomas, un reconocimiento único a nivel mundial.

Además de estos servicios ambientales, Eduardo Tamarit ha señalado que la actividad de la trashumancia contribuye a la conservación de las razas autóctonas, la fijación de la población rural y la generación de productos de alta calidad, además de contribuir al inmenso legado cultural.

Igualmente, Eduardo Tamarit ha puntualizado que una ganadería territorial como la española, asociada a las dehesas, “constituye un instrumento de gran valor para construir un modelo productivo sostenible, respetuoso con los ecosistemas y paisajes, abierto a una gobernanza democrática y participativa, y dotado de una capacidad productiva de empleo que rebasa lo puramente estacional”.

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