Según la investigación de la policía y difundida por el citado rotativo, la principal sospechosa, apellidada Lin, comenzó a comprar cerdos muertos a bajo precio -entre 10 y 80 centavos de dólar (entre 7 y 60 céntimos de euro) por cada medio kilo- a los agricultores locales. Incluso, recogió los cadáveres que otros habían tirado a la cuneta de varias carreteras.

    El negocio se hizo tan grande que los acusados alquilaron un almacén frigorífico para almacenar hasta 40 toneladas de esta carne, mucha parte de ella ya vendida y consumida por clientes en los restaurantes de las tres provincias afectadas, según el documento.

    Este último escándalo de inseguridad alimentaria se produce pocos días después de conocerse que las autoridades de la provincia oriental de Jiangsu detuvieron a un "clan" que hacía pasar carne de rata o de zorro como si fuera de cordero.

    La organización compraba la carne a bajo coste en la vecina provincia de Shandong -un poco más al norte que Jiangsu- y levantó una red de hasta 50 enclaves en los que procesar la misma, añadiéndole todo tipo de aditivos para que pareciera y supiera como carne de cordero.

    El Ministerio de Salud Pública chino publicó que desde enero han sido detenidas 904 personas por vender carne adulterada o en mal estado, y que se han confiscado hasta 20.000 toneladas de productos cárnicos ilegales en diversas provincias de todo el país.

    Las recientes detenciones se enmarcan en el plan del Gobierno lanzado este año para luchar contra los continuos escándalos de inseguridad alimentaria.

    Esta es una de las mayores preocupaciones de la población de la segunda potencia mundial, que lucha por un aire, un agua y unos alimentos no contaminados.

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