Entre los parámetros estudiados se encuentran la temperatura interior y exterior, de las hojas, del suelo, de cubierta y del subsuelo, la radiación, la humedad del aire, la velocidad de viento o la concentración de CO2, entre otras.

   Los trabajos han permitido reducir al máximo el número de sensores que deben instalarse al determinar cuáles son las variables que tienen una mayor influencia en la transpiración de los cultivos.

   Para fijar la transpiración, el grupo ha utilizado dos balanzas industriales que miden la pérdida de agua que se produce en la planta por transpiración y el agua drenada por el saco de cultivo.

   Los investigadores han elaborado un sistema que, barajando los datos recogidos durante cinco años, proporciona una solución más precisa y barata.

   Hasta el momento, los científicos han instalado el sistema de riego en el invernadero de la Estación Experimental Las Palmerillas, de la Fundación Cajamar, y el siguiente paso será introducirlo en el programador de riego que utiliza cualquier agricultor.

   Para ello, pretenden simplificar al máximo el modelo, de forma que sólo se requieran tres sensores en el invernadero.

   "Una vez colocados, sólo se necesitaría unos pocos ensayos para su calibración y un mínimo asesoramiento a la hora de programar la aplicación en el controlador de riego que tienen todos los invernaderos", afirmó el Ingeniero Agrónomo Jorge Antonio Sánchez, investigador del grupo de Automática, Electrónica y Robótica de la Universidad de Almería.

   Los resultados de esta investigación son fruto del proyecto de excelencia Controlcrop de la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo de la Junta de Andalucía y del proyecto Power, perteneciente al Plan Nacional  del Ministerio de Ciencia e Innovación y financiado con fondos Feder.

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