Bernardo Ferrer / Presidente de FUVAMA

Hoy, Día Mundial del Medioambiente, los agricultores y ganaderos tenemos mucho que reivindicar. Desde la Fundación Valenciana de Agricultura y Medio Ambiente (FUVAMA) siempre hemos dicho que nuestro trabajo prioritario es proporcionar alimentos a la sociedad, pero además cuidamos el territorio, damos vida a las áreas rurales, creamos cortafuegos naturales contra los incendios forestales y somos un dique contra la desertificación, entre otros servicios ambientales nunca suficientemente reconocidos y recompensados.
Somos los primeros en comprender que la salud del suelo es esencial para la producción de alimentos y la biodiversidad, que el agua ha de tener una gestión eficiente, y que las prácticas agrarias deben avanzar hacia la sostenibilidad (ambiental, social y económica) dentro de unos plazos y objetivos realistas. Somos el único sector económico que descontamina. Somos los primeros ecologistas, como bien ha proclamado el Papa Francisco, pese a los intentos de otros que no conocen la realidad del campo de imponer un ecologismo radical e ideológico en las políticas europeas.
Las elecciones de este domingo resultan decisivas para el futuro de la soberanía alimentaria y la preservación ambiental en la UE. Queremos seguir desempeñando nuestra contribución esencial, pero no podremos hacerlo si desde la Eurocámara nos ponen palos en la rueda en lugar de ayudarnos a mejorar nuestro entorno.
Este domingo votamos entre mantener un Pacto Verde a espaldas del campo o recuperar unas políticas agrarias consensuadas; entre una Ley de Restauración de la Naturaleza o una Ley de Restauración de la Agricultura; entre seguir fomentando la competencia desleal de países terceros o establecer la reciprocidad; entre abrir las puertas a nuevas plagas o mejorar la prevención y el control fitosanitario; entre prohibir materias activas de forma ideológica o apostar científicamente por la lucha biológica y las nuevas técnicas genómicas; entre destruir presas y recortar regadíos o construir infraestructuras para almacenar y distribuir el agua en momentos de sequía como el actual; entre la despoblación, los incendios y el desierto o mantener la población rural y los campos cultivados.
No puede haber una agricultura verde con números rojos. A la hora de votar, debemos ser pragmáticos, tener en cuenta lo que ha sucedido hasta ahora y elegir la opción que más favorezca el desarrollo de una agricultura viva, sostenible y rentable.
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