Francisco Carreño Sandoval / Presidente de la Confederación de Organizaciones Selvícolas de España (COSE)

En España el mapa forestal coincide con el de la despoblación. Parece obvio plantearse cuál puede ser la contribución de la gestión forestal para generar empleo y fijar población en el medio rural. Se trata además de oficios especializados que su falta de actividad supone el abandono y la emigración a otros oficios en otras latitudes con la consiguiente pérdida de un capital común que se iba alimentando entre generaciones.

Es evidente que la mejora en cantidad y calidad de la oferta de los terrenos forestales depende de la gestión y esta es una reivindicación social al alza. Cada vez hay mayor preocupación de la sostenibilidad del entorno natural porque se concluye, conforme avanza el desarrollo y la mejora del bienestar, que estos territorios son estratégicos para la generación de una serie de bienes y servicios intangibles que irán cobrando cada vez mayor demanda.

La calidad del agua o del aire, la lucha contra la erosión y la fertilidad de los terrenos agrarios, el efecto sumidero o la biodiversidad están íntimamente relacionadas con la gestión forestal y esta comunión, para ser eficiente, tiene que tener una dimensión integral. Los ecosistemas se alteran y cada vez es más costoso, menos eficiente, gestionar incluyendo en este enfoque global a la población autóctona. La tendencia a dividir la realidad en función de los departamentos estancos donde las Administraciones Públicas han tenido un papel crucial produce un efecto devastador. La especialización no es sinónimo de eficiencia como así se puede entenderse en las sociales industriales y urbanas. Curiosamente el éxito de este modelo industrial demanda reproducirse en todos los ecosistemas y esto explica en parte la situación actual del mundo rural.

Las barreras administrativas y burocráticas que impiden el desarrollo del concepto primigenio de Economía Circular, la suma de rentas anuales procedentes de varias actividades que constituyen la renta anual para permanecer en el medio, entorpecen la diversificación en las zonas rurales. Se transmite la consigna urbana de la especialización que tacha de no profesional el que no es capaz de vivir de una sola fuente de renta cuando esto nunca sucedió en los espacios rurales.

El papel que puede jugar la gestión forestal en la España despoblada y optimizar la oferta de bienes y servicios tangibles e intangibles, madereros y no madereros pasa, entre otras estrategias, por la desregulación de las actividades en un medio rural donde se respete la diversidad y tender a una figura que ya recogía la no aplicada Ley de Desarrollo Rural Sostenible, el contrato territorial de explotación, un contrato social a largo plazo para medir realmente la oferta en cantidad y calidad de los bienes y servicios que demandará la sociedad con mayor intensidad. Debemos de fijar los indicadores que midan a largo plazo este quehacer.

Desde la Confederación de Organizaciones Selvícolas de España (COSE) perseguimos la incorporación de los selvicultores privados a la gestión sostenible y necesitamos instrumentos y herramientas como la desregulación administrativa, el desarrollo de una fiscalidad verde que estimule la selvicultura activa y el reconocimiento social para que forme parte de un tema de Estado.

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