EFE.- Aunque el proyecto se encuentra en una fase muy embrionaria, el becario de este estudio, Douglas Escalante, asegura en una entrevista a Efe que el primer paso es generar gas a partir de los desechos de las plataneras, que se puede obtener tanto de su tallo como de su fruto.
Estos desperdicios -la biomasa- los coloca de forma cuidadosa en pequeños frascos que nadan en un recipiente con un pH, que mide la acidez, similar al del agua, donde se puede apreciar a simple vista un burbujeo que indica la presencia de gas.
Cuando la materia orgánica se fermenta se generan los gases, destaca el científico, quien aún no puede precisar con exactitud cuanta cantidad de gas se está produciendo.
"Lo que queremos es optimizar la producción en función de las proporciones de la materia orgánica que introducimos, poder capturar el gas, contenerlo y hacer una reacción para transformarlo en el producto final que es el biocombustible de segunda generación", explica Douglas.
El motivo por el que utiliza el plátano para esta investigación es porque se trata de una fuente que se puede encontrar con facilidad en Canarias y a cuyos excedentes no se les está buscando ninguna utilidad, ya que el fruto que no se vende perece en los vertederos.
Según el experto, siempre hay una cantidad de plátanos que se pierden porque no pueden ser sacados a la venta al no cumplir con la normativa.
Por ello, continúa, es importante "y también útil" aprovechar el excedente de plátano y la mata de esta fruta utilizándolos como materia para la generación futura de biodiesel.
Canarias, conocida a nivel mundial como un gran productor de plátanos, podría aprovechar estos residuos como biomateria, ya que hay estudios que certifican que tendría una gran viabilidad para competir con cualquiera de los otros biocombustibles que hay en estos momentos en el mercado.
La clave del plátano, al igual que el resto de frutos, es la capacidad que tiene de fermentarse debido a los azúcares que presenta en su composición y que le permiten generar gases como biogas o metano.
Una vez conseguido un gas de calidad en grandes cantidades, el siguiente reto será conseguir que todo el proceso de generación de biocombustible sea sostenible y que el catalizador elegido no necesite grandes cantidades de energía.
Sin embargo, un año de beca resulta insuficiente para llegar a este punto de la investigación, lamenta Douglas, quien durante ese tiempo intentará proporcionar a la petrolífera DISA los datos iniciales suficientes para que si lo desea pueda seguir por esa línea y apostar por los desechos de plataneras como generadores de biocombustible.