Resulta más que curioso que una petición casi exclusivamente nacionalista y casi excluyente haya servido para sacar a la luz los eternos problemas de este país incapaz no sólo de poner de acuerdo a los ciudadanos con sus políticos, sino de que éstos estén de acuerdo en algo que beneficie a todos, incluso cuando las diferencias no son ideológicas sino simplemente regionales, dicho sea de la forma más literal, sin nacionalismos excluyentes ni nada que se le parezca. Y buena prueba de ello es lo que está pasando con la Marca España y con la PAC, dos cuestiones bien distintas pero con un denominador común: primero yo; y si queda algo, para los demás.
Y es que el senador catalán Ramón Alturo aprovechó su presencia en el Senado para preguntar al alto comisionado para la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, en la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara Alta, que qué pasaba con el dinero que se destina a esta promoción y que por qué no se repartía para promocionar las marcas regionales (porque al parecer una cosa es querer ser un país propio y otra que encima tenga que pagarse ellos su publicidad exterior). Y lo que en condiciones normales hubiera sido motivo de un nuevo enfrentamiento político, acabó con una reflexión que debería hacer que pensar a todos.
Y como explicó Ramón Alturo cómo se va a poder ‘vender’ una imagen de un país si hay 17 regiones que intentan hacerlo a la vez y por su cuenta. Y como muy bien recordó, "quien tiene una marca, tiene una marca; quien tiene dos, tiene media marca y quien tiene tres, no tiene marca ninguna". Y aquí andamos por las 17, y como nos descuidemos empezamos a promocionar cada Denominación de Origen y ampliamos el abanico.
Y este problema no es nuevo, y las pasadas navidades se pudo ver muy claro, con las campañas constantes de cada gobierno autonómico diciendo a sus ciudadanos que comprasen productos de la tierra, como si la del al lado fuera otra distinta. Aún me acuerdo esa imagen de mensaje de fin de año de Cospedal rodeada de todos los productos autóctonos de ‘su’ tierra que más parecía un anuncio de una promoción de Castilla-La Mancha en el Corte Inglés que el mensaje institucional que debía ser. Y si somos capaces de estar divididos sobre qué turrón y que embutido debemos comer, por no hablar por ejemplo de casos como los del trasvase Tajo-Segura que en el cono Sur ya habría provocado una guerra, cómo vamos a poder exportar al mundo una Marca de España-
Y lo mismo sucede con la PAC. En la última reunión del Consultivo de Agricultura todos los consejeros presentes alabaron, con mayor o menor entusiasmo en función de quién gobierne, que la negociación ha ido mucho mejor de lo que se esperaba, pero, a la vez, nadie estaba contento con los cálculos del Gobierno y en cómo se va a repartir. Como decía el presidente de Asaja Andalucía y vicepresidente nacional, Ricardo Serra, en una entrevista en agroinformación.com, lo difícil viene ahora, cuando las autonomías se deban poner de acuerdo en cómo se reparten lo va a dar Europa. Y lo peor no es que lo diga un dirigente agrario, es lo que reconocen implícitamente todos los consejeros.
En esta España sin marca propia de identidad y cuando tan de moda estar hablar de los funcionarios, de sus sueldos y rebajas o de sus protestas, a veces uno tiene la impresión de que ha vuelto al pasado y que lo que impera es aquella manida frase de “y de lo mío qué”.
Pues eso, que aquí cada uno va a lo suyo sin importarle los demás y, a este paso, no sé si tendrá algún valor mantener como tal la Marca España o regresar mejor a la vieja Spain is different, porque mirando a lo que nos rodea lo único claro es que lo que realmente nos une es que somos cada día más diferentes. Y así no va.