La operación se inició tras un informe emitido por los servicios periféricos de la Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla-La Mancha, en el que se ponía de manifiesto irregularidades detectadas en las empresas investigadas durante los controles oficiales efectuados.
Los agentes detectaron que esas empresas utilizaban para la fabricación de piensos subproductos animales no autorizados y que contenían sustancias que podrían ser perjudiciales para la salud animal y el medio ambiente, incumpliendo el Reglamento Europeo sobre que los animales de granja no deben alimentarse con material de alto riesgo ni con subproductos derivados de su propia especie.
Además, que para prevenir efectos perjudiciales para el medio ambiente no se pueden exportar los subproductos animales y productos derivados incluso para su eliminación en vertederos o incineración.
Falseaban los datos de harinas cárcinas procedentes de transformadoras de cadáveres
Una empresa de Minglanilla (Cuenca) recibía harinas cárnicas, procedentes de industrias de transformación de cadáveres y gallinaza, tras falsear los documentos, para lo que contaba con la colaboración de una empresa de transportes y otra de la gestión de un vertedero.
En unos casos exportaban directamente la mercancía desde el Puerto de Valencia y en otros se la vendían a operadores que se encargaban de exportarla desde Valencia o enviarla a puertos de Italia y Chipre, desde donde se remitían a países fuera de la Unión Europea, y así evitaban el control de la Aduana de Valencia.
Por otro lado, crearon una empresa en Chipre para vender la harina cárnica elaborada en España mediante movimientos intracomunitarios que están exentos de declarar su exportación.
Asimismo, en Panamá crearon otra empresa con la que facturaban parte de la harina cárnica elaborada y el dinero era ingresado en una cuenta de un banco suizo.
Lo declaraban como abono para pasar los trámites aduaneros
Para evitar que los Servicios de Inspección Portuaria de España, Italia o Chipre detectasen la exportación de la harina cárnica, la red declaraba la mercancía como abono, fertilizantes, cereales, etc., y la ocultaban entre productos vegetales que situaban en la parte más próxima a la puerta de los contenedores.
Durante la operación se han intervenido 22.000 documentos y facturas, 3.614.000 kilos de gallinaza, 25.000 kilos de una mezcla de gallinaza, cascarilla de arroz y pulpa de naranja, 7.000 kilos de serrín, grasa de pollo, etc., así como equipos informáticos, teléfonos móviles y un vehículo.
En la operación han participado agentes de la Sección del Seprona de la Guardia Civil de Cuenca, de la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) de Cuenca, de la Guardia Civil de Minglanilla y de la S.I.R. de Cuenca, junto a miembros de la Aduana Marítima del Puerto de Valencia, de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria de Cuenca y de la Unidad Central Operativa de Medio Ambiente de la Jefatura del Seprona. E