Estas características hace de este "innovador material" un composite "más económico y sostenible medioambientalmente" con el que se fabricarán las palas para un generador de energía microeólica más respetuoso con el medio ambiente.
De esta forma, el generador tendría una doble vertiente sostenible: la de la energía producida y la del material empleado para su construcción.
El proyecto, que finaliza en diciembre de 2014, contempla el desarrollo de una bioresina, que incluye en su composición aceite de soja, con la que se pretende sustituir "entre un 60 y un 70 %" la cantidad de petróleo que habitualmente se emplea en los composites convencionales.
En el caso de las fibras naturales, su incorporación no solo consiguen aligerar el peso del composite resultante entre "un 30 % y un 40 %", sino que además sustituyen un material como la fibra de vidrio, que durante su manipulación "puede producir irritaciones y otros efectos sobre la salud de las personas y el medio ambiente".
Uno de los investigadores del proyecto Sergio Fita ha explicado que uno de los aspectos más importantes de la producción de las fibras naturales cuando se las compara con la fibra de vidrio es que el consumo energético necesario para su producción es menor, con las consecuentes ventajas que eso implica también para el medio ambiente.
El nuevo biocomposite también destaca por su resistencia a la corrosión y por el hecho de que esté producido a partir de materiales procedentes de fuentes renovables.
A ello hay que añadir unas buenas propiedades mecánicas y de aislamiento acústico y térmico, así como un menor coste de producción de las fibras naturales.