Fidima, con el apoyo de una empresa del sector de la filtración, diseñó una planta piloto que consiste en tres módulos conectados a través de los cuales la corriente de olor se transfiere hasta eliminarse y que fue probada en una granja del Valle de Yerri y en el vertedero El Culebrete de Tudela.

   Los resultados fueron "muy positivos", ya que el filtro fue útil para eliminar compuestos biodegradables, como el amoniaco, los sulfídricos y los COV (compuestos orgánicos volátiles), estos últimos presentes también en disolventes o pinturas.

   Actualmente, Fidima está negociando con una empresa de ingeniería para la venta de la patente, que permitirá que granjas, papeleras o vertederos minimicen sus olores, para lo que hasta ahora se han utilizado elementos como la corteza de pino o estructuras de plástico.

   El ‘biofiltro’, ha destacado Sádaba, además de su menor coste, asegura nutrientes (nitratos y fosfatos) para que la actividad de eliminación de olores sea efectiva en el tiempo. Además, al final de su proceso, puede emplearse como abono.

   En este momento, el centro trabaja, entre otros, en dos proyectos principales, el primero de los cuales es un carril bici que incorpora residuos con propiedades lumínicas, que se cargan de día y se iluminan de noche, y que tienen propiedades ‘autolimpiantes’ y ‘antisuciedad’.

   El segundo es un proyecto de transferencia tecnológica para un programa de cooperación internacional, dentro de la línea de investigación de aguas del centro, en el que se va a analizar e intentar mejorar la gestión y tratamiento de las aguas residuales de dos municipios de la zona del Valle del Colca, en Perú.

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