El vicesecretario general de Agricultura de UPA Andalucía, Francisco Moscoso, critica que persiste la falta de rentabilidad para los agricultores y los ganaderos, mientras que los consumidores tienen que pagar hasta diez veces más en los lineales y especifica los ejemplos más flagrantes entre el campo y la mesa: el maíz dulce, con una diferencia de hasta el 2.400% entre origen y destino; o la naranja, con hasta un 1.100% más.

Para el dirigente agrario, «los datos macroeconómicos dicen una cosa, pero la realidad es muy diferente. El día a día de los agricultores y ganaderos andaluces se mantiene inalterable por mucho que las estadísticas oficiales quieran hacer ver a la sociedad que el campo no sufre. Puro espejismo», que vuelve a denunciar UPA Andalucía en un mes de julio en el que se mantiene la gran diferencia entre el campo y la mesa.

“Seguimos cobrando unos precios de ruina por nuestros productos mientras que los consumidores pagan por encima del 1.000% en muchos casos en los lineales. La diferencia entre lo que percibimos y lo que pagamos en las tiendas es desorbitada. Todos los productos consolidan la tendencia negativa para los dos eslabones más débiles de la cadena alimentaria. Entre ellos destacan el maíz dulce, con una diferencia de hasta el 2.400%. Le siguen la naranja, el limón y el tomate, que se venden por encima del 1.000% de incremento con respecto a lo que nos pagan a nosotros”, critica el vicesecretario general de Agricultura de UPA Andalucía, Francisco Moscoso.

Y esos precios de ruina no son cuestión de una sola provincia. Se dan en las ocho, con especial perjuicio en los cultivos de temporada. “La sandía y el melón, que son los productos estrella del verano, tienen una diferencia del 547% y del 466%, respectivamente, entre lo que nos pagan a nosotros y lo que pagan los consumidores. Mientras que en origen la sandía está a 21 céntimos, en los lineales la encontramos a 1,36 de media. El caso del melón es igual, de los 30 céntimos en origen al 1,70 euros en destino. Y así podemos seguir con todos los productos, porque los agricultores sufrimos en nuestras carnes la política abusiva y especulativa de los intermediarios y de la gran distribución”, lamenta Francisco Moscoso.

La falta de agua y de riego ha hecho, también, que muchos cultivos se hayan dejado de sembrar, como es el caso del ajo y de la cebolla, por ejemplo, en provincias como Córdoba, lo que ha incrementado los precios en destino mientras que los ha hundido en origen. “El ajo nos lo han pagado a 1,30 euros el kilo, mientras el consumidor ha tenido que abonar hasta 7 euros. En cuanto a la cebolla, la situación es peor porque nos han pagado a nosotros 0,27 céntimos y el consumidor ha pagado hasta 1,85 euros por kilo. Son diferencias inasumibles para los dos eslabones más débiles de la cadena”, insiste el vicesecretario general de Agricultura de UPA Andalucía.

Francisco Moscoso sigue con su balance: “El cereal también está por los suelos. El trigo duro se paga a 0,30 el kilo y el blando a 0,25. Es cierto que ha habido más kilos de producción, pero a esos precios irrisorios no salen las cuentas, porque los costes han aumentado considerablemente. Los especuladores aprovechan para tirar los precios para abajo y eso nos impide vivir dignamente de nuestro trabajo. Estamos cansados de que la especulación siga campando a sus anchas en una jungla donde impera la política abusiva del más fuerte”.

Ante esta situación, UPA Andalucía se mantiene firme en su apuesta por la Ley de la Cadena Alimentaria: “Es un gran instrumento, pero necesitamos que se cumpla en su totalidad, que haya más sanciones ejemplarizantes, que se fuerce a cumplir con los contratos, que las administraciones autonómicas crean en ella y hagan los controles preceptivos que les corresponden y, sobre todo, que se ponga en marcha un Observatorio de Márgenes Comerciales para que todo el mundo conozca los beneficios que tiene cada actor de la cadena”, concluye Francisco Moscoso.

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