Pese al incremento del precio de los cereales, y concretamente del trigo duro y el maíz en los mercados mayoristas, industriales y almacenistas están saliendo al campo a comprar a precio abierto, una práctica expresamente prohibida por la Ley de la Cadena Alimentaria y perseguida este año con especial ahínco por la Agencia para la Información y el Control de la Cadena Alimentaria (AICA), según ha denunciado ASAJA Sevilla.
La organización destaca que cuando ya se ha cosechado en Andalucía más del 80% de la superficie de cereal se confirma la previsión que avanzó ASAJA-Sevilla en su XXXIII Jornada de Cultivos Herbáceos: la producción andaluza será mucho menor, fundamentalmente por la alta incidencia de mayetiola destructor, conocida como “mosquito del trigo”, mientras que la calidad del trigo será muy heterogénea, puesto que las lluvias de mayo han mejorado el cereal que venía más retrasado, el grueso de la cosecha, y han provocado el germinado de parte de las partidas de cereal más temprano.
hay una calidad del trigo muy heterogénea, lo que obliga a los agricultores a conocer bien su cereal y a venderlo con un precio referenciado
Esta heterogeneidad obliga a los agricultores a conocer bien su cereal y a venderlo con un precio referenciado (a lonjas o a otros mercados) en función de su aptitud comercial, pues no todas las partidas son iguales, y en función de la calidad del cereal y en especial del trigo duro, esas partidas tendrán un destino u otro para la industria semolera (espaguetis, macarrones, cuscús…) y sólo un porcentaje muy bajo se destinará a pienso, por lo que ASAJA-Sevilla advierte a los agricultores que «no caigan en la trampa de vender su trigo duro al precio más bajo, como cereal pienso, dado que incluso el grano germinado de las partidas que estaban más adelantadas y se recolectaron más temprano puede tener aptitud semolera».
Asimismo, ASAJA-Sevilla recuerda a los agricultores que los compradores tienen la obligación legal de firmar un contrato por escrito a precio cerrado o claramente referenciado y con un plazo de pago máximo de 60 días, por lo que ningún agricultor debe sentirse presionado para vender sin precio o a un precio inferior al que estime que vale su cosecha.
La sectorial de cereal de ASAJA considera inconcebible que en un año en el que España deberá importar trigo duro para cubrir la demanda de su propia industria semolera-circunstancia inusual en nuestro país, tradicionalmente excedentario en trigo duro-, los industriales no ofrezcan cotizaciones y presionen a los agricultores para entregar la cosecha a precio abierto.
Critican como asombroso que los industriales mantengan un aforo de cosecha nacional de trigo duro de un millón de toneladas cuando será de 709.000
Asimismo, resulta asombroso que los industriales, pese a conocer la realidad del campo, mantengan un aforo de cosecha nacional de trigo duro próximo al millón de toneladas, cuando la media de producción en Sevilla, provincia en la que se siembra una de cada tres hectáreas de todas las que se cultivan en España de este cereal, no supera los 1.400 kilos por hectárea y los rendimientos en el resto de Andalucía, Extremadura y parte de Castilla La Mancha son muy inferiores a los inicialmente previstos.
La cosecha nacional de trigo duro, pese a los rendimientos más altos que se esperan en Aragón y el norte de España, se reducirá respecto a los años anteriores y, tal como analizó recientemente la sectorial nacional de cereales de ASAJA, pasará de 850.000 toneladas de 2015 a 709.000 toneladas en la presente campaña.
Tal como ASAJA-Sevilla adelantó en su Jornada de Cultivos Herbáceos, los rendimientos del trigo duro en Sevilla se han reducido en un 50% por lo que la cosecha de la provincia de Sevilla, primera productora de España, descenderá de 306.000 toneladas cosechadas en 2015 a 178.500 en 2016 en Sevilla (un 41,7% menor), un descenso importante, máxime si tenemos en cuenta que en 2016 la superficie ha aumentado un 24%, pasando de las 96.000 hectáreas a 119.000 hectáreas.
En Andalucía la superficie ha aumentado en un 10,3% al pasar de 232.000 ha a 256.000, mientras que la producción regional descenderá en un 40% al pasar de 683.000 a 411.400 toneladas.