José Vicente Andreu / Presidente de ASAJA Alicante
Las organizaciones agrarias estamos esperando estos días a que la Conselleria de Agricultura firme otro año más el llamado Decreto de la Pinyolà, la orden por la que se prohíbe la apicultura cerca de fincas de cítricos. Esta medida enfrenta a apicultores y citricultores desde que en los años 70 se empezó a señalar a las abejas, que polinizan durante la floración de estos frutales, como responsables de la aparición de molestas y poco comerciales pepitas o piñones en variedades locales de clementina y otros cítricos. Al mismo tiempo, se introducían mandarinas híbridas en los campos valencianos que causan el mismo efecto en la producción, pero se tomó la decisión fácil de condenar al operador más vulnerable, el apicultor.
Poco a poco se fue consolidando el relato de convertir a a estos insectos, amigos y aliados de los agricultores desde hace más de 10.000 años, en el enemigo número uno de los cítricos valencianos. En un primer momento, el acuerdo de la pinyolà contemplaba indemnizaciones para aquellos apicultores que se veían impedidos en el desarrollo normal de su actividad. Era justo: la Administración establece una prohibición o servidumbre temporal que limita una actividad económica y arbitra una medida de indemnizaciones para los afectados. Pero desde la crisis económica, la prohibición persiste pese a que la indemnización ha desaparecido.
Lo cierto es que el problema de la producción de cítricos en la Comunidad Valenciana no es ni la abeja ni la pinyolà, sino la falta de rentabilidad del modelo citrícola. Y es aquí donde tenemos que poner el foco. Reestructuración, reconversión varietal, ordenación de la oferta a las necesidades del mercado, modernización de estructuras, rentabilidad, precios y cadena alimentaria, el problema del agua, el comercio exterior, los acuerdos comerciales de la UE con terceros países y la falta de reciprocidad en las reglas comerciales, problemas de sanidad vegetal y el control de plagas en fronteras por parte de la UE. Estos, y no otros, son los problemas capitales que tenemos los productores de cítricos.
Debe ser la Administración quien arbitre medidas para compatibilizar la imprescindible citricultura sin semilla y la producción de miel Azahar. Es la Conselleria quien debe garantizar no sólo la producción de cítricos y de productos apícolas, sino también el derecho a la polinización de otros frutales y la biodiversidad de nuestros ecosistemas. No es sostenible empeñarse en mantener la condena al exilio a las abejas en la Comunidad Valenciana y por eso pedimos a la consellera Mollà valentía para terminar de una vez por todas con el Decreto de la Pinyolà, porque es una condena a la misma naturaleza.