El Seprona de Santa María del Campo (Burgos), con el apoyo del Equipo de Burgos, inspeccionaba la carnicería, ubicada en la capital burgalesa, en presencia del propietario, al sospechar que pudieran estar vendiéndose jamones sin las debidas garantías sanitarias

     En una cámara frigorífica se encontraron 21 jamones con un peso de 117 kilogramos y varios paquetes de codillo curado, que arrojaron un peso de 115 kilogramos, todos ellos sin el etiquetado de lote y fecha de caducidad.

    Con la intervención del producto, que se encontraba envasado al vacío y dispuesto para su venta, se ha evitado su introducción en el mercado, con el riesgo de que pudiera encontrarse en mal estado y, por lo tanto, no ser apto para el consumo, según las mismas fuentes

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