Unión de Uniones considera que el programa de erradicación de la tuberculosis bovina está fallando en Castilla-La Mancha porque «no mejora los índices de prevalencia de la enfermedad y se está ocasionando a los ganaderos a graves perjuicios en base a protocolos y pruebas realizadas en los saneamientos que luego no se confirman en laboratorio en la mayor parte de los casos».
La evolución de los índices de tuberculosis bovina en Castilla-La Mancha está siendo motivo de preocupación para los ganaderos de la región. Según el programa nacional de erradicación de tuberculosis bovina para 2019, publicado recientemente por el MAPA, en Castilla-La Mancha se está produciendo desde 2011 un aumento constante de la incidencia de la enfermedad en la región que ha llevado a la Comunidad Autónoma a tener en 2017 (último dato que se recoge) los índices más altos de tuberculosis de España. En rebaños se alcanza una prevalencia de 10,35, que multiplica por más que cuatro la media nacional, y una incidencia del 5,26, siendo la media nacional del 1,15.
«No sabemos que hay detrás de estas cifras», manifiestan desde la sectorial ganadera de Unión de Uniones de Castilla-La Mancha, «Lo que sí sabemos es que a explotaciones que llevan 10, 15 o 20 años con la calificación sanitaria más alta, de buenas a primeras les aparecen inexplicablemente positivos en los saneamientos de los dos últimos años».
«llevamos 30 años matando vacas y arruinando ganaderos y no acabamos con la tuberculosis»
Las pruebas de la tuberculina que se realizan en los controles del plan de saneamiento no cuenta con la confianza de los ganaderos porque es una prueba inespecífica, cuyos resultados dependen mucho de la correcta ejecución y de la severidad en la interpretación de sus resultados. «Más que una prueba fiable, se trata de ver si hay indicios y es muy frecuente que estos indicios sean falsos positivos que no se confirman en el laboratorio», explican desde la organización.
El problema está en que, sea falso o no, el positivo desencadena unos protocolos que representan la pérdida de la calificación sanitaria favorable de la explotación, el sacrificio de las vacas y la imposibilidad de reponerlas hasta que los controles vuelvan a ser negativos al cabo de un mínimo de tres meses. Además, se limita el movimiento de animales, que solo pueden ir a matadero y, en el caso del vacuno de leche se retira la calidad AA, que implica también una reducción del precio percibido. «No hay derecho a que después de afrontar todas estas pérdidas, cuando llegan las pruebas del laboratorio a los 45 días de matar las vacas resulta que el positivo no se confirma» denuncian ganaderos de la Unión de Uniones de Castilla-La Mancha.
La organización considera que la administración debe abandonar ciertos fundamentos que tiene asumidos como dogmas. «Hasta hace nada, el Ministerio y la Consejería nos negaban que los jabalíes y los cérvicos tuvieran relevancia en la expansión de la Tuberculosis y ya hemos conseguido que lo reconozcan» se afirma desde la sectorial, aunque se apunta también a que los medios y protocolos que pone la Administración para controlar sanitariamente a la fauna silvestre son absolutamente insuficientes.
Según la organización «llevamos 30 años matando vacas y arruinando ganaderos y no acabamos con la tuberculosis», por lo que hay que reflexionar y replantearse muchas otras cuestiones, entre ellas: el objetivo del saneamiento, es decir si es posible erradicar la enfermedad o solo controlarla; la fiabilidad de la prueba intradérmica y las posibles alternativas; la no pérdida de la calificación sanitaria y de calidad en la leche hasta la confirmación en laboratorio de la enfermedad; la flexibilización en la reposición de animales por motivos económicos y la introducción en los protocolos de pruebas de contraste que pueda realizar el ganadero. Estas y otras medidas se contienen en las propuestas electorales que la organización tiene intención de presentar en próximas fechas a las fuerzas políticas que concurren a las convocatorias electorales de abril y mayo.