Así, por ejemplo, el cultivo del olivar ha visto mermada su producción por la mala floración provocada por las lluvias de primavera y el golpe de calor en el mes de mayo. La sequía sufrida en los meses de febrero y marzo llevaron a una pérdida en el cereal de invierno.

     Igualmente, la invasión de malas hierbas en el cultivo del arroz y la escasez de productos fitosanitarios que las controlen han provocado una bajada de producción entre 500 y 800 kilos menos por hectárea, mientras que el veto ruso provocó un gran retraso en las retiradas de fruta, ocasionando altos costes de almacenamiento.

     Las lluvias tempranas de septiembre impidieron la recolección de las variedades tardías de tomate para industria, dejándose de cosechar más de 1.000 hectáreas, con la consiguiente pérdida de producción para las explotaciones y en las OPFH; lluvias que también ocasionaron una brotitos que afectó gravemente al pimiento de todas las variedades, alcanzando unas pérdidas medias del 20% de la producción.
El sector del vino ha acusado este año una muy importante bajada de precios a todos los niveles.

     Por su parte, el sector del tabaco se vio afectado al final de la campaña de recolección por las lluvias intensas y persistentes que acabaron con el 9% de la producción final, empeorando la situación de unos precios por debajo del coste de producción.

     En vacuno se registró un descenso del 30,14% de las exportaciones del número de animales vivos debido a diversos conflictos bélicos y económicos que afectan a los países importadores como el Magreb y Rusia; mientras que en ovino se produjo un descenso del 4% en la producción de carne.

     Por lo que respecta a la apicultura, la campaña pasada fue muy mala por la bajada del 25% en la producción extremeña de miel, debido a la mortandad de abejas en las colmenas y a las importaciones de terceros países como la miel de China que desestabilizan el mercado de precios y rompen el de calidad.

     Todo ello, según Cooperativas Agro-alimentarias de Extremadura, ha generado "una situación preocupante en el sector agroganadero extremeño, acuciada por una profunda crisis de precios, tanto de los productos a vender como de los suministros que se compran, ya que la importante bajada del 45% del petróleo se ha traducido en un mínimo descenso del precio de los carburantes; a la vez que el coste de los fertilizantes y abonos, que en su producción tienen una fuerte influencia de los derivados del petróleo, han subido un 15"

     Por eso, considera necesario que se generen políticas que corrijan estas desigualdades y entre ellas destaca la política fiscal "para paliar el la grave situación que sufre el sector productor como eslabón más débiles de la cadena alimentaria".

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