La jornada “Tuberculosis Bovina: una visión desde el campo y la ciencia”, organizada por la Plataforma Pecuaria Bovina (PPB) logró reunir a más de un centenar de profesionales del sector ganadero; veterinarios, investigadores y representantes de distintas comunidades autónomas, todos ellos con una misma preocupación: la tuberculosis bovina y la falta de soluciones eficaces tras casi 40 años de campañas de saneamiento. Una jornada que se cerró con unas conclusiones claras: el sector clama, la investigación avala y la administración desoye.
El momento más esperado llegó de la mano de Ana Balseiro, veterinaria e investigadora de la Universidad de León, quien ofreció una reveladora ponencia titulada “Nuevos conocimientos y enfoques para la lucha frente a la tuberculosis: papel y gestión de la fauna silvestre”. Balseiro abordó la enfermedad desde una perspectiva científica y epidemiológica, aportando datos y argumentos avalados por años de investigación. Su intervención vino a reforzar la postura que el sector lleva años defendiendo: con los actuales protocolos, métodos y pruebas diagnósticas, la erradicación de la tuberculosis es imposible.
En la exposición, la investigadora resalto que la vía de contagio del ganado doméstico no es solo directa, sino que tiene gran importancia la vía indirecta, al compartir tanto fauna como ganado recursos hídricos, alimentación y entorno, siendo los mayores lugares de riesgo comederos, agua o lodos, destacando que la bacteria es muy resistente y puede sobrevivir en el medio hasta 18 meses.
A continuación, tuvo lugar una mesa redonda moderada por Ramón Guarido, ganadero y presidente de la Asoc. de Ganaderos 19 de Abril y conformada por Gregorio Gómez, ganadero Andalucía, María Tapia, responsable de ganadería de ASAJA Castilla la Mancha, Fernando Vicente Páramo, ganadero Zamora y representante Plataforma Defensa Ganadera Sayago, José Manuel Domínguez, responsable del departamento de Ganadería y Desarrollo Rural (URCACYL), Flor Linares, Veterinaria responsable de vacuno de COBADU, Pablo Castillo Usero, Veterinario clínico y presidente de VEPROASA.
La estructura de la mesa se basó en cuatro bloques: cuestionando el Programa Nacional, los avances en la vacuna en otros países europeos, la evaluación del coste-beneficio del método actual y el conflicto de la fauna como reservorio.
HAY QUE DEJAR DE HABLAR DE TUBERCULOSIS BOVINA Y HABLAR DE TUBERCULOSIS ANIMAL. ES UN MAL QUE AFECTA A MUCHOS MÁS ANIMALES
Después de tratar estos bloques, los participantes mostraron su acuerdo en las conclusiones que emergieron de la jornada y que fueron expuestas por Carlos Sánchez, Secretario General de UPA Salamanca:
Hay que dejar de hablar de tuberculosis bovina y hablar de tuberculosis animal. Se sabe que hay multitud de hospedadores, tanto domésticos (oveja, cabra, cerdo, vaca) como silvestres (jabalí, ciervo, gamo, tejón) susceptibles de portar y padecer la enfermedad, no solo el bovino.
Asimismo, partiendo de que hay multitud de hospedadores y que existe contagio indirecto interespecie, los avances en investigación corroboran que pretender la erradicación de una zoonosis con esta amplitud de hospedadores, aplicando programa de erradicación solo sobre uno de ellos, el bovino, es completamente imposible con los métodos actuales.
Creen que la vacunación es una opción a tener en cuenta. Reino Unido se inclina ya por esta vía y se encuentra en fase 3, ya que no tiene impedimento legal, como sí ocurre en la UE. El sector clama apostar por la investigación en esta línea y desarrollar una vacuna que no interfiera en el diagnóstico como único medio real para la erradicación.
Por su parte, los veterinarios indican que, los actuales estándares de sanidad alcanzados en estos años de campañas de saneamiento unido a las medidas de seguridad alimentaria implantadas, hacen que el riesgo zoonótico en países desarrollados de transmisión al ser humano es “insignificante” tal como señala EFSA.
Por ello, teniendo en cuenta este mínimo riesgo zoonótico, cabe señalar, que la relación coste-beneficio del Programa Nacional de Erradicación de la Tuberculosis Bovina es escandalosamente desequilibrada. El PNETB justifica todas las implacables medidas, en muchas situaciones por encima de las exigencias de la normativa europea, en que, textualmente “el carácter zoonósico de la enfermedad justifica por sí sólo el mantenimiento de las estrategias de erradicación”.
Esta afirmación, repetida durante años, no es ni mucho menos coherente con la realidad del mencionado coste-beneficio que conlleva la aplicación del PNETB, tanto a nivel económico, por la ingente cantidad de dinero público empleado a lo largo de décadas sin conseguir su objetivo y las graves consecuencias económicas sobre las explotaciones ganaderas afectadas, como en la eficacia de las medidas aplicadas, las cuales, son muy dañinas para la producción de las explotaciones.
Finalmente ven que «es completamente inaceptable hacer comparaciones de prevalencias entre los bovinos y el resto de reservorios. Mientras la cabaña bovina se somete a pruebas en su práctica totalidad año tras año, y su prevalencia se mide por explotaciones, en los reservorios, que en el mejor de los casos se realizan estudios post mortem sobre una mínima cantidad del censo poblacional, se arrojan datos de prevalencia individual. Hacer comparación de prevalencias de este modo, a nivel científico y estadístico, es una aberración, que el sector asume como un agravio. Si aplicásemos las prevalencias por individuo en el ganado bovino, los resultados serían bajísimos, y sin embargo, aplicando el principio de prevalencia por grupos o rebaños en la fauna, podríamos hablar de una prevalencia en muchas zonas del 100%, lo que hace que las durísimas medidas impuestas al ganadero para la erradicación sean completamente injustificadas e inútiles».
En definitiva, la conclusión en esta Jornada es que la erradicación de la tuberculosis animal, tal como se plantea actualmente, es inalcanzable. Tras casi cuatro décadas de programa, los datos y la realidad en el campo así lo evidencian. De este modo el sector clama por un ajuste del PNETB a la realidad, avalado por los avances y revelaciones de la investigación, que no sea más estricto de lo necesario en el diagnóstico y fomentar un cambio hacia nuevos métodos y técnicas para un control efectivo de la enfermedad, siendo conscientes del actual riesgo zoonótico que representa y guardando un equilibrio de la relación coste-beneficio en la lucha contra la misma.