El cambio de hora comenzó a generalizarse, aunque de manera desigual, a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar los relojes para poder aprovechar más la luz del sol y consumir menos electricidad en iluminación.

     Hoy, unos 1.500 millones de personas de casi 80 países mueven las agujas del reloj dos veces al año con esa finalidad.

     En la Unión Europea, el cambio de hora se aplica como Directiva con carácter indefinido los últimos domingos de octubre y marzo.

     La medida está justificada en la normativa comunitaria por "sus impactos positivos no sólo sobre el ahorro sino sobre otros sectores como el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo y los modos de vida, la salud, el turismo o el ocio".

     ¿Pero está realmente justificada esta medida, que suele alterar los ritmos vitales de las personas, en el ahorro energético?

     Según Rafael Montes, portavoz de la Comisión de Energía de Ecologistas en Acción, aunque es "razonable aprovechar cada hora de luz solar", adelantar el reloj "no implica necesariamente gastar menos energía".

     En 2010, Ecologistas en Acción llevó a cabo un estudio en España en el que analizaba el consumo medio diario de energía en los diez días previos y posteriores a los cambios de hora durante tres años.

     El análisis, que no consideraba las condiciones climáticas, puso de manifiesto que en cuatro de los seis periodos estudiados aumentó el consumo de energía con el cambio de hora entre un 2,2 y un 2,95%, mientras que sólo se redujo en dos, un 0,03% en una y un 2,1% en otra.

     La estimación del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) es, sin embargo, que el potencial de ahorro en iluminación en España, por el cambio de hora, puede llegar a representar un 5% del consumo eléctrico en iluminación, equivalente a unos 300 millones de euros.

     De esa cantidad, 90 millones de euros corresponderían al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar; mientras que los otros 210 millones de euros restantes se ahorrarían en los edificios del sector terciario y en la industria.

No sirve de nada si no hay un comportamiento responsable


     No obstante, fuentes del IDAE explican que para alcanzar ese potencial de ahorro se deberá llevar a cabo un comportamiento responsable en el hogar a la hora de prescindir de la iluminación artificial cuando no es necesaria, así como la utilización de tecnologías de ahorro por aprovechamiento de la luz natural en edificios del sector terciario y en industrias.

     Entre estas tecnologías estarían, por ejemplo, las fotocélulas o sensores de luz que apagan o regulan la iluminación artificial en función de la luz natural aportada a la zona a través de ventanas o lucernarios.

     Por su parte, el portavoz de Energía de Greenpeace, José Luis García, recuerda que la aplicación del cambio de hora de manera indefinida en la UE es "una medida de ahorro más en el contexto de una estrategia europea de apoyo a la eficiencia energética".

     El portavoz de Energía de Greenpeace recuerda que España, junto con Portugal, fue uno de los dos países que votó en contra de la última directiva de eficiencia energética, y en la actualidad "está en contra de que se fije un objetivo de eficiencia obligatorio para 2030".

     Además, García critica que se hayan dejado de apoyar económicamente las medidas de sustitución de electrodomésticos por otros más eficientes; o que no se obligue a los diferentes sectores económicos españoles "a consumir sólo la energía que necesitan de acuerdo a las tecnologías existentes".

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