Luis Cortés Isidro / Coordinador Estatal de Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos
Así nos luce al campo, a los agricultores y ganaderos y, en general, al conjunto de los ciudadanos, Con unos políticos que están más en querer utilizarnos para perpetuarse en el sillón que en resolver nuestros problemas.
No sé si me puede más el hastío o la indignación cuando veo, leo y escucho las manifestaciones quecon esta intención manipuladora vienen, semana sí semana también, de algunos responsables autonómicos acerca del reparto de los fondos de la Política Agrícola Común (PAC). En todos los sentidos, oiga. Unos, los gobernados por la derecha, diciendo que han resultado agraviados porque, lo que consideran «sus» fondos (y enfatizo lo de «sus»), se los han quitado (dicen) para dárselos otras regiones.
En esto Andalucía ha sido especialmente cansina durante todo el proceso de negociación del Plan Estratégico de la PAC (PEPAC).
En el otro lado del ring están los gobierno autonómicos de izquierda (alguno queda) defendiendo que ahora sí que se negocia y se reparte bien el dinero, no como cuando lo hacía el PP.
Pues ni lo uno, ni lo otro. Todo mal. Y trataré de explicar mi opinión. Miren, no me distingo especialmente por pasar la mano por el lomo con frecuencia al Ministerio de Agricultura. Mi organización, Unión de Uniones, tampoco. Más bien lo contrario, porque, en general, no suelen hacer méritos para ello. Pero en este caso, gran parte de la culpa del descarrilamiento del PEPAC del que todos protestan ha sido, precisamente, de los gobiernos autonómicos.
Los trabajos iniciales del Plan Estratégico se centraron en hacer un diagnóstico profundo de nuestra agricultura y nuestra ganadería, de sus sectores y de quienes la ejercemos. Ahí estuvimos presentes Unión de Uniones y las cosas no apuntaban mal para los profesionales. Por fin parecía que, como habíamos venido luchando, los profesionales íbamos a tener una PAC para nosotros. No para los cazaprimas, o para los agricultores de sofá, o para los señoritos latifundistas, sino para aquellos que vivimos fundamentalmente de ejercer de forma personal y directa esta profesión.
Pero aquí nos salió al paso el más egoísta de los nacionalismos, el de las perras. Y cada consejero o consejera, al grito de «No con mi cheque» y enarbolándolo como bandera, a remedo de la «Libertad guiando al pueblo» de Delacroix, se atrincheraron contra todo cambio que supusiera una alteración en la distribución de fondos territoriales. Daba igual sí con esta Reforma se podían corregir algunas de las taras que ha venido arrastrando siempre la PAC, como que un 65% de los beneficiarios de ayudas tuvieran una actividad agraria marginal, o que también cobrasen ayuntamientos, agencias públicas y hasta las mismas consejerías, o que en la cinco mayores capitales de España hubiera más 60.000 perceptores, o que menos de un 5% de los beneficiarios acaparasen el 50% de las ayudas. Daba igual que concentrar las ayudas en los profesionales fuese bueno para el sector de su región porque los profesionales somos los que más empleo generamos en el sector, o los que más cuidamos de nuestro entorno y nuestros pueblos porque tenemos vocación de permanecer en el sector y en el terreno, o que fuese una cuestión de justicia social o de eficiencia en el diseño de las políticas públicas. Daba igual. «No con mi cheque, Ministro», dijeron a una.
El Ministro Planas tiro la toalla, hizo lo mínimo y necesario para respetar los reglamentos y no enfadar a la Comisión, consintió en algunos «ajustes» finos o gruesos que le presentaron las Consejerías y aguantó el chaparrón que, de todas formas, sabía le iba a caer y que, como hemos visto, le sigue cayendo desde algunos sitios.
Y fíjense que sonaba bien lo de la PAC del «agricultor genuino» (¿recuerdan?), con lo que empezó esto. Al final, empujando de aquí y tirando de allí, la cosa ha quedado en una definición de agricultor activo que ha representado una reducción mínima del número de beneficiarios que no sabemos si atribuir a las nuevas exigencias, a los que se han arruinado y se han ido o al ciclo natural de la vida de una población agraria envejecida y con poco relevo.
Con esta «reforma» poco margen financiero dejaron para mejorar la posición de los agricultores y ganaderos profesionales en la PAC, que son en los que esta sociedad puede confiar para sostener y hacer progresar este sector atendiendo a sus demandas.
Ahora no vale jugar al pío, pío que yo no he sido. Los titulares de Agricultura de cada comunidad autónoma deberían dedicarse en estos momentos a gestionar bien los fondos, a pagar los anticipos en plazo de que se les pueda llamar de verdad «anticipos» y a arrimar el hombro para apoyar a sus agricultores y ganaderos en las epidemias, las filomenas, las EHE y las sequías cuando vengan.
A lo que no está bien que se dediquen es, por intereses políticos, a enfrentar a los agricultores y ganaderos de su región con los de otras por un reparto de fondos que, no lo olvidemos, no son patrimonio propio de ningún agricultor y ganadero, cuando menos de ninguna Comunidad Autónoma. Si hubieran protegido bien a los profesionales de su territorio, en vez de al cheque autonómico, seguramente todos ellos cobrarían más ayuda o, cuando menos, los recortes habrían sido más moderados para quienes los sufrieran.
Lo que causa perplejidad no es que los políticos hagan estas cosas (no pueden evitar su naturaleza, como el escorpión del cuento), sino que se aliente y se jalee desde algunas organizaciones agrarias. Yo no sé qué pensarán los socios de ASAJA de Castilla-La Mancha o de Castilla y León o de cualquier otro lugar cuando escuchan a su organización en Andalucía decir que con esta Reforma se ha querido primar a agricultores de otras zonas y que se han repartido 500 millones de Andalucía en otras regiones menos productivas. Ya saben…lo de que hay que cabalgar incoherencias y eso.
Tampoco nosotros estamos conformes con el resultado de esta Reforma. Si han seguido leyendo hasta aquí (gracias) ya podrán adivinar los motivos. Y también nuestras uniones se ponen ahora cada una el dedo en sus propias llagas. Pero con una diferencia sustancial respecto a otros. Nosotros, en su momento, enviamos nuestras propuestas a las instituciones europeas y nos sentamos a la mesa del Ministerio a discutir el PEPAC con una propuesta única de definición de agricultor activo que buscaba un cambio y que no miraba ni a los territorios, ni a los sectores, sino a los profesionales.
Por eso nos quejamos ahora (y, en algún caso, hasta vamos a los tribunales) cargados de razón; porque para Unión de Uniones se ha frustrado la oportunidad de que la Política Agraria, la Común, la estatal y la autonómica, se haga para los que vivimos de verdad del trabajo de nuestras explotaciones. Quienes son responsables de esa frustración, no nuestra, sino de los profesionales del campo de este país, harían bien en taparse un poquito.