La caída de árboles al río es un proceso natural que crea pequeños hábitats (pozas, acumulaciones de sedimentos) necesarios para la fauna. En ellos se refugian, alimentan o reproducen diversas especies fluviales, como las truchas o los invertebrados de los que se alimentan.
Por diversos motivos, principalmente para evitar riesgos hidráulicos, en nuestros ríos se ha interrumpido este proceso: el arbolado que cae al cauce se retira al poco tiempo. La experiencia que comienza hoy en el río Urumea busca reproducir este proceso natural en condiciones de seguridad.
Para prevenir riesgos, los troncos se entrelazarán entre sí y se fijarán firmemente al cauce. De este modo, se evitará que sean arrastrados por la corriente y generen problemas, por ejemplo, en puentes situados aguas abajo. Los resultados de una experiencia similar desarrollada en el tramo guipuzcoano del río Araxes en el año 2011 indican que este tipo de actuaciones permite obtener beneficios ecológicos sin crear riesgos.
Los troncos que se emplean en esta iniciativa provienen de las mismas riberas donde se trabaja. Se ha recurrido a árboles de especies invasoras, como el plátano de sombra o la falsa acacia. Estas especies sustituyen a las autóctonas y crean otros problemas ambientales, por lo que así se consigue un objetivo añadido: reducir su presencia en las riberas del Urumea.
Estas obras se realizan gracias al apoyo –económico y técnico- de la Agencia Vasca del Agua-URA y de la Diputación Foral de Gipuzkoa.