EFE.- En un comunicado, COAG afirma que esta caída, sin embargo, no se traslada al consumidor, que paga once veces más caras las naranjas y casi nueve veces las mandarinas, según los últimos datos del Índice de Precios en Origen y Destino de diciembre (IPOD).
Según los datos de la entidad, en la Comunidad Valenciana los precios en campo se sitúan entre siete y once céntimos por kilo para las naranjas y entre 13 y 19 céntimos para las clementinas, aunque "se mantiene la esperanza de que las variedades que comienzan ahora la recolección mejoren los precios".
En Murcia, los precios a productor son algo superiores, con entre 11 y 16 céntimos por kilo para la naranja y entre 18 y 23 para la mandarina.
En Andalucía la cotización para las naranjas en la actualidad ronda los 10 céntimos por kilo, a pesar de que llegaron a alcanzar los 17 céntimos por kilo, mientras que las mandarinas han caído hasta los 20 céntimos, "sin perspectivas de recuperación".
COAG recuerda que, según la estimación del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el coste total del cultivo de naranja se situaba en 17,5 céntimos por kilo, mientras que para la clementina alcanzaba los 21,3 céntimos por kilo y los 17,7 céntimos para el limón.
Únicamente el limón "se salva de esta tendencia y cotiza al alza", según COAG, con unos 23 céntimos por kilo en origen en Murcia.
La organización agraria achaca la situación a la "enorme presión" de la distribución comercial, que "está provocando, una vez más, que la rentabilidad de las explotaciones de cítricos quede en entredicho esta campaña".
El responsable de cítricos de COAG, Francisco Gil, ha señalado que "el sector citrícola lleva varias campañas padeciendo la presión constante de la distribución sobre su rentabilidad" y que, aunque España es líder mundial en producción y calidad, "eso no se reconoce".
COAG ha reclamado la introducción de mecanismos eficaces de regulación de mercados en la legislación comunitaria, como un sistema de crisis graves que permita prevenir situaciones recurrentes de precios bajos en origen, así como evitar concesiones comerciales a países terceros que vulneren la preferencia de la Unión Europea.
Además, ha subrayado que el sector no utiliza suficientemente los instrumentos disponibles para reequilibrar la cadena alimentaria, como los contratos-tipo homologados y las líneas para agrupar la oferta de la Organización Común de Mercado de frutas y hortalizas.