De gran renombre en la Antigüedad, la Celtiberia es hoy sinónimo de olvido y de abandono, de una emigración endémica contra la que trata de luchar un puñado de emprendedores y una iniciativa de desarrollo sostenible que involucra a cinco comunidades autónomas.
El movimiento Serranía Celtibérica, impulsado por el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Teruel Francisco Burillo, nació en 2011 con la vocación de impulsar el desarrollo del territorio más despoblado de España y lograr el reconocimiento de su singularidad, un sueño que aún hoy refleja pocos avances.
Uno de sus protagonistas es Miguel Ángel Casado, apicultor y agricultor en la Comarca de Molina (Guadalajara) y coordinador de la iniciativa en su zona, a la que volvió tras probar suerte en la ciudad y por cuyo reconocimiento lucha desde varios frentes.
Se considera «desierto demográfico» un lugar con menos de diez habitantes por km2, Celtiberia tiene 8
La Celtiberia ocupa un espacio del Sistema Ibérico central peninsular que se extiende por las comunidades de Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, La Rioja y la Comunidad Valenciana, y al que se compara con la lejana y fría Laponia.
Y es que, si en el ámbito científico se considera «desierto demográfico» un lugar con menos de diez habitantes por kilómetro cuadrado, Laponia y Celtiberia comparten una densidad menor a ocho.
Además, de los 1.263 municipios que componen el territorio celtibérico, en torno al 76 por ciento se consideran remotos, ya que, según fuentes del Instituto Celtiberia de Investigación y Desarrollo Rural, distan más de 45 minutos en coche de la ciudad más próxima.
Originario de la pequeña localidad de Hombrados (Guadalajara), de algo más de 30 habitantes, Miguel Ángel trabajó en el sector de la construcción en Zaragoza hasta que años después se animó a volver a su tierra y heredar la tradición agricultora de su familia.
la Comarca de Molina «es un buen destino para que la gente se incorpore al medio rural y venga a repoblar»
Ahora gestiona además 300 colmenas, comercializa la miel en España y Alemania, investiga para la cría de abejas reina, imparte sesiones de apiterapia, restaura antiguos hornos-colmenas y recoge la cera para tratar de venderla, incorporando tecnología innovadora.
Miguel Ángel reconoce que la gente «tiene miedo» a trasladarse a entornos rurales, pero «muchas de las cosas que se consumen en la ciudad se producen en el campo y aquí se necesita gente con ganas de trabajar», sobre todo jóvenes y mujeres, «siempre he creído que la mujer es la que fija población en el entorno rural».
En su opinión, la Comarca de Molina «es un buen destino para que la gente se incorpore al medio rural y venga a repoblar, no es una zona tan dramática, tan sólo necesita inversiones».
«Tenemos infraestructuras que son deficitarias en algunos casos, pero no tercermundistas», y desde Serranía Celtibérica «se está trabajando mucho» para que el desarrollo llegue hasta los lugares más recónditos de la comarca.
«El que es de la Comarca de Molina, vuelve a Molina», ha afirmado de forma categórica este emprendedor de 47 años, que con sus tres hijos «he aumentado el pueblo en casi en un 25 por ciento», por eso «me duele que identifiquen a mi tierra como la Laponia del Sur».
No cambiaría nada de su entorno, «en todo caso a los políticos que no hacen nada por las comarcas despobladas», aunque sí demanda más inversiones en sanidad, educación y cultura y gente decidida con ganas de levantar la comarca y «conseguir fuerza política».
El Instituto de Investigación y Desarrollo Rural del que depende el proyecto Serranía Celtibérica -sito en el Campus de Teruel- trata de aportar soluciones reales de regeneración para este territorio que sirvan de modelo para otros lugares de España y Europa.
Pero demanda la ayuda del Gobierno, para que se reconozca la peculiar entidad territorial de la zona, se adopten las medidas necesarias económicas, fiscales y de infraestructuras para su desarrollo y se anulen las fronteras educativas y sanitarias.
También la Comisión Mixta para la UE ha instado al Ejecutivo en el marco de la Europa de las Regiones a trabajar por el reconocimiento de la Serranía Celtibérica como Región Escasamente Poblada, Montañosa y Zona Rural Remota, y a impulsar su reconocimiento como Patrimonio de La Humanidad.
(Texto: Cristina Yuste / Efeagro)