EFE.- «El análisis de muestras recogidas durante la Expedición Científica Antártica del verano (austral) de 2013 arroja un novedoso resultado: la presencia de virus de influenza aviar en pingüinos adelia», informó este martes el Inach, organismo con sede en Punta Arenas, 2.200 kilómetros al sur de Santiago.
El hallazgo es el resultado de una investigación llevada a cabo por el Instituto Antártico Chileno junto con el Centro de Colaboración para la Referencia e Investigación de la Influenza que la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene en Melbourne (Australia).
El proyecto, liderado por el doctor Daniel González, de la universidad chilena de Concepción, reunió muestras de 301 ejemplares de pingüino adelia (Pygoscelis adeliae) durante la última Expedición Científica Antártica.
El material, mantenido a -80 ºC, fue llevado al laboratorio australiano para su análisis serológico, molecular y filogenético.
El virus de influencia aviar fue hallado en ocho individuos (seis adultos y dos polluelos) y posteriormente fue cultivado en huevos embrionados, para demostrar su infectividad.
«La posterior secuenciación completa del genoma viral y la comparación de estas secuencias con las disponibles en bases de datos de virus animales y humanos conocidos arrojaron que se trataba de algo nunca antes descrito», señaló el doctor González.
Una de las conclusiones más trascendentes fue que todos los genes presentes en el virus eran muy distintos a los otros virus aviares contemporáneos del resto del mundo, «lo que sugiere que evolucionó aisladamente» en el Continente Blanco, concluyó el Instituto Antártico Chileno.
«Si bien este virus no causa enfermedad en los pingüinos, se sabe que los virus tienen una alta capacidad de mutación, con la posibilidad de volverse patogénicos», informó la institución científica.
«El riesgo para las personas que visitan la Antártida es mínimo, porque es un contacto no estrecho entre animales y personas, y además el virus encontrado está adaptado a pingüinos», aseguró el Inach.
«Distinto sería si el virus mutase y se volviera patógeno para las personas, pero eso afortunadamente es poco probable», precisó el investigador de la Universidad de Concepción.
Según el doctor González, «al parecer los pingüinos han aprendido a convivir con este tipo de patógenos sin problemas», porque existe una especie de equilibrio entre el patógeno, el hospedador y el ambiente.
«Lo que nos preocupa es que esta situación de equilibrio desaparezca, por efectos humanos principalmente», agregó el científico chileno que lideró el proyecto.
Aunque varios investigadores habían buscado antes estos virus en la Antártida, nunca se había logrado determinar su presencia y viabilidad como en esta investigación, pues solo habían detectado anticuerpos contra la influenza y no partículas virales infectivas que se pudieran analizar a tal profundidad.
La comunicación de esta novedad científica está disponible en la revista de acceso abierto mBio® de la American Society for Microbiology (ASM).