EFE.- Después de cinco años, el matrimonio formado por Christophe Le Galles y Fermina García, ha logrado sacar adelante su proyecto, una pequeña fábrica de cerveza artesana en pleno corazón de Tierra de Campos, que ha abierto recientemente sus puertas en la localidad palentina de Becerril de Campos.

Un negocio que han financiado con la venta de gran parte de la colección de motos de Christophe, muchas noches sin dormir y un buen montón de canas, ha explicado a Efe este emprendedor, que a sus 44 años ha logrado hacer realidad el sueño que siempre le ha corrido por las venas.

Y es que Le Galles pertenece a la cuarta generación de una familia muy cervecera, que inició el bisabuelo Yves en la fábrica de cerveza de La Bretaña, que continúo su abuelo Francis en Bélgica, y su padre en la Bretaña francesa, en Jeumont, el pueblo donde levantó una fábrica literalmente dividida por la línea que marca la frontera entre Bélgica y Francia.

Los antecedentes cerveceros y el hecho de que, a pesar de llevar 20 años en España, no conseguía hacerse con el sabor de las marcas nacionales, empujaron a Christophe Le Galles a elaborar su propia cerveza, primero para consumo propio, luego para invitar a los amigos, y con el tiempo, para ir dando forma al sueño de ponerla en el mercado.

Con el apoyo de su mujer, la bilbaína Fermina García, cuyos orígenes nada tienen que ver con el mundo de la cerveza, pero que se ha formado en Francia y ha obtenido el título de ‘maestro cervecero’ en Bélgica, el matrimonio ha comenzado a fabricar "una cerveza artesanal con un sabor muy tradicional", en la que Le Galles pone todos los secretos que aprendió de su padre.

"La cerveza requiere amor y mucha dedicación", ha subrayado. explicando que cuando se fabrica cerveza "todos los parámetros son importantes pero cada maestro cervecero tiene sus trucos", y él aprendió todos los que sabe de su padre y de la dedicación que regala cada día a este negocio.

"Elaboramos cerveza artesana, totalmente natural, sin nada de química", ha precisado este soñador que además trabaja en la fábrica de Renault en Villamuriel de Cerrato (Palencia).

De momento han sacado al mercado dos marcas: Bresañ, palabra que en Bretón significa hacer cerveza y que además contiene la ñ tan española, y La Maricantana, "un personaje muy popular con el que se asusta a los niños en Becerril cuando se portan mal".

Son cervezas de alta fermentación, tipo trapense, que se venden en botellas de cristal de varios tamaños, sin pasteurizar y sin ningún tipo de conservantes, ha explicado Le Galles, que utiliza para su elaboración malta pilsen de España, hasta ocho maltas especiales que le llegan de Bélgica, cebada de Becerril de Campos y lúpulo de León.

La Bresañ que usa la imagen de la vieja máquina de vapor que siempre estuvo en la fábrica de cervezas familiar de La Bretaña y que Le Galles tiene pensado restaurar para que luzca en Becerril, es rubia o tostada.

La rubia, con sabor intenso, 7’5º y un ligero toque floral y la Bresañ tostada, con un ligero amargor al final, 6’5º y espuma delicada; mientras que La Maricantana es tostada con un toque a caramelo y alcanza los 8º.

Pero además en Navidad, como es costumbre en el norte de Francia desde principios del siglo pasado para agradecer la fidelidad de los clientes, elaborarán una cerveza especial, que ya están preparando, con más alcohol, hasta 10º, y más sabor, aromas a roble, pero al mismo precio y muy adecuada para estas fechas del año.

De momento fabrican 1.200 litros semanales que colocan en tiendas, bares y restaurantes de Valladolid y Palencia, aunque ya tienen un pie puesto en Ávila y otro en Pamplona, además de la venta en la fábrica, ha puntualizado Le Galles.

El reto, "lograr que la gente aprenda a apreciar una buena cerveza elaborada artesanalmente" y quien sabe si rubias y tostadas llegarán a competir con blancos, rosados y tintos en el país del vino.

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