La portavoz de la Junta de Castilla y León y consejera de Agricultura y Ganadería, Milagros Marcos, ha enfriado el respaldo institucional a la instalación de la macrogranja láctea en Noviercas, al insistir en que «no existe proyecto como tal» porque la empresa si quiera de los terrenos necesarios para implantarse
Donde sí ha sido clara en rechazar las objeciones planteadas desde Navarra y Euskadi al posible desarrollo de la macrovaquería de Noviercas, asegurando que no ha habido ningún contacto de los ejecutivos de País Vasco y Navarra sobre esta iniciativa ganadera de la macrogranja láctea, Marcos porque tampoco Castilla y León contactó con ellos para decir «si le parecían bien los altos hornos en Bilbao».
Para Marcos, resulta «curioso» que comunidades que «ya tienen macrogranjas» critiquen el posible asentamiento de una empresa en la provincia de Soria, en referencia a que la misma cooperativa que pretende ubicarse en Noviercas tiene alguna explotación de cerca de 5.000 cabezas de vacuno de leche y autorizaciones para ampliar esta capacidad.
«La Junta ni pone ni quita empresas» sólo comprobará si cumple con los «controles excesivos» y «garantistas»
«Castilla y León no lo puede compartir», ha afirmado sobre las consideraciones lanzadas desde las comunidades de País Vasco y Navarra.
No obstante, la consejera de Agricultura y Ganadería ha remarcado que «mientras no se conozca el proyecto está de más juzgarlo» y, según ha explicado, la empresa que impulsa esta iniciativa aún no dispone si quiera de los terrenos necesarios para implantarse.
«La Junta ni pone ni quita empresas», ha plantado Marcos, para quien la clave estará, cuando se presente el proyecto, en comprobar si cumple con los «controles excesivos» y «garantistas» que las administraciones tienen previstas para este tipo de explotaciones desde el punto de vista medioambiental y bioseguridad animal.
Marcos ha añadido que si finalmente llega a desarrollarse el proyecto, la Junta estará «muy pendiente» de que «no impacte en el sector ganadero de la Comunidad», por el volumen de producción que puede asumir y la repercusión que puede tener un exceso de oferta sobre los precios.