El primer ministro belga, Charles Michel, ha reiterado la posición de Bélgica al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, de que sigue sin poder firmar el acuerdo de comercio entre la Unión Europea (UE) y Canadá, conocido como CETA. La negativa se mantendrá hasta que se logre un compromiso que satisfaga a Valonia, región con competencias en materia de política comercial internacional, que debe conceder los poderes al Gobierno federal belga para que respalde la firma del acuerdo.

Está claro que Bélgica es un caso extraño. Mientras aquí nos quejamos de la falta de Gobierno, allí todavía tienen el récord mundial de estar sin un Ejecutivo. Mientras aquí se debate sobre las alianzas de derechas e izquierdas y el temor a los nacionalismos, allí el mismo partido vota en contra de un Gobierno en función de si tiene más peso el lado flamenco o el valón.

Sin embargo, se abre un curioso debate sobre qué pasaría si una Comunidad Autónoma se negara tajantemente a ratificar un acuerdo como el propio CETA, el TTIP o, por ejemplo, el acuerdo de la UE con Sudáfrica.

Bélgica es un Estado federal y las competencias de sus regiones no son en nada similares a las de España y sus autonomías, pero más allá de cuestiones jurídicas, allí las regiones tienen un peso moral que no hay en las CCAA.

Y como ya hay pocas cosas en las que polemizar en este país con sus autonomías, pongamos sobre la mesa otra: ¿por qué una CCAA no va a poder vetar un acuerdo que le perjudica seriamente? ¿Es justo que España pueda respaldar un acuerdo europeo con Sudáfrica que puede hundir al sector de los cítricos en varias CCAA españolas? Por debatir que no quede.

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