Francisco Casero Rodríguez / Presidente Fundación Savia (en nombre de los abajo firmantes)
Las personas que firmamos esta carta, profesionales y académicos españoles de Andalucía, de diverso pensamiento e ideología, nos dirigimos a usted para expresarle nuestro más profundo rechazo sobre la actitud pasiva que la Comisión Europea que preside, está manteniendo ante las matanzas y crímenes deleznables que se vienen cometiendo en Gaza, así como para exigirle que, en nombre de los principios y valores democráticos y humanitarios que inspiran el proyecto europeo, alce la voz y actúe con urgencia para detener el vil asesinato de miles de personas inocentes, muchos de ellos niños y bebés, a manos de las tropas del ejército de Israel.
El Gobierno del presidente Netanyahu ha ido mucho más allá de utilizar la legítima defensa ante el criminal atentado de Hamás del 7 de octubre de 2023. Como respuesta, ha utilizado la violencia indiscriminada contra la población civil, llevando a cabo actos de terror, ha recurrido al hambre como arma de guerra, ha bombardeado hospitales, comedores, lugares de culto, viviendas civiles o centros educativos, ha destruido centrales eléctricas y de suministro de otros recursos esenciales para la vida de la población civil, como el agua, ha impedido la asistencia humanitaria, y sus máximos dirigentes no sólo no disimulan sino que afirman explícitamente que el propósito de todo de ello es acabar con la legítima existencia de un Estado palestino, e incluso con su propio pueblo que, literalmente, ha sido calificado como de «animales humanos que deben ser tratados como tales», por el oficial Coordinador de Actividades Gubernamentales en los Territorios, Ghassan Alian.
Usted y la Comisión Europea, que preside, conocen todo ello y no están respondiendo con la rapidez, contundencia y severidad con que se hizo tras la invasión de Ucrania. Cuando no se ha mantenido en silencio ante tantas atrocidades, se han pronunciado con suavidad, e incluso justificando, las acciones del Gobierno israelí. La doble moral es inadmisible.
En la práctica, la Comisión que usted preside ha dejado hacer, permitiendo que se cometan actos que, según Naciones Unidas, presentan “claras evidencias” de ser crímenes de guerra. Y no sólo eso.
Como usted igualmente conoce, diversos países miembros de la Unión Europea han vendido y siguen vendiendo armas o tecnología con las que se llevan a cabo esos actos, produciendo la muerte de miles de niños y seres inocentes y una auténtica limpieza étnica. Numerosas empresas europeas, habituales receptoras de ayudas comunitarias, forman parte de la economía del genocidio que se ha generado tras los crímenes en Gaza, tal y como ha mostrado la relatora de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, Francesca Albanese,
La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, firmada en Niza el 7 de diciembre de 2000 por el Parlamento, el Consejo y la Comisión Europea, establece en su preámbulo: “Los pueblos de Europa han decidido compartir un porvenir pacífico basado en valores comunes (… ). La Unión está formulada sobre los valores individuales y universales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad y se basa en los principios de la Democracia y del Estado de Derecho y sitúa a la persona en el centro de su actuación”. En su artículo 1 reconoce: “La dignidad humana es inviolable. Será respetada y protegida”. Y en el artículo 2:1: “Toda persona tiene derecho a la vida”.
Ante todo ello, reclamamos y, con todo respeto, exigimos de usted y de la Comisión Europea que preside, Señora von der Leyen, que no traicione ni vulnere el espíritu fundador de las comunidades europeas, el ansia de paz que las puso en marcha y el tenor literal de sus Tratados y Cartas constitucionales. Y, al mismo tiempo, nos vemos en la obligación de señalarle que de crímenes tan horrendos como los que se están cometiendo por parte del Gobierno de Israel, podemos ser corresponsables y cómplices no sólo por acción sino también por omisión. Sería suicida permitir que se repita la historia del siglo XX. Apelamos a su sentido de la responsabilidad institucional y personal para que la historia no tenga que pedirle cuentas por ello, junto al resto de dirigentes que forman parte de la Comisión Europea.
