Felipe Ruano / Presidente de la Asociación Española de la Industria de Panadería, Bollería y Pastelería

El 16 de octubre es una fecha de profunda relevancia global, ya que en ella coinciden dos celebraciones clave: el Día Mundial de la Alimentación y el Día Mundial del Pan. Esta coincidencia no es casual, ya que se trata de un importante recordatorio de la interconexión entre los alimentos básicos y la lucha contra el hambre y la desnutrición. Así, mientras que el Día Mundial de la Alimentación nos invita a reflexionar sobre los desafíos actuales para garantizar el abastecimiento y la seguridad alimentaria para todos, el Día Mundial del Pan, símbolo universal de sustento, nos habla de tradición, cultura y nutrición. Ambos días nos urgen a actuar colectivamente para construir un futuro en el que ningún ser humano carezca de su derecho más esencial: el acceso a una alimentación digna y saludable.

Siempre es buen momento para recordar que el pan, uno de los alimentos más antiguos y consumidos en el mundo, es una fuente valiosa de energía y nutrientes. Rico en hidratos de carbono complejos, especialmente almidón, proporciona energía de liberación lenta, lo que lo convierte en un excelente aliado para mantenernos activos a lo largo del día. Además, es una fuente de fibra, especialmente el pan integral, que favorece la salud digestiva. Gracias a su versatilidad, el pan puede ser parte de una dieta equilibrada, apoyando una nutrición adecuada y accesible para la mayoría de las personas.

En lo que a la actualidad se refiere, estos días nuestro sector vive momentos de cambio, con el progresivo incremento impositivo que estamos experimentando y que continuará en 2025. Así, en el pan común, hemos pasado de tener un 0% de IVA a un 2% desde el 1 de octubre, porcentaje que volverá a incrementarse dentro de tres meses para situarse de nuevo en el 4%. La sociedad debe comprender y poner en valor el trabajo y el esfuerzo que supone para nuestras empresas el simple hecho de tener que adaptarse, por aplicar impuestos, a estas modificaciones en un cortísimo intervalo temporal.

A este incremento impositivo en los alimentos básicos se suma el hecho de que el próximo 1 de enero el IVA de la electricidad, por defecto, volverá a ser del 21%, con las consecuencias que ello tiene para las industrias electrointensivas como la nuestra. No es de extrañar, pues, que distintos analistas económicos nos indiquen ya un incremento del IPC en los próximos meses. En este caso, el consumidor debe tener bien claro cuáles son los motivos de estos incrementos, para no cuestionar, una vez más, al conjunto de la cadena alimentaria.

Estos días también nuestro sector debe enfrentarse a retos laborales, tales como los intentos de renovación de distintos convenios colectivos a nivel autonómico o provincial. En este proceso, echamos en falta la representatividad necesaria de nuestra industria en las negociaciones, en un tema que, en definitiva, afecta directamente al conjunto de las empresas. Entendemos que el fundamento de este tipo de negociaciones radica en la máxima representatividad a la hora de poner en común de las condiciones laborales de los trabajadores de nuestro sector. En definitiva, no se puede negociar un convenio para una industria por parte de representantes que no lo son de ninguna de las partes.

Por último, me gustaría destacar la buena acogida que está teniendo el Informe de Sostenibilidad de ASEMAC, una herramienta clave para comunicar el desempeño de sus empresas en sostenibilidad, demostrar su responsabilidad y compromiso, y avanzar en su camino hacia un desarrollo más sostenible y equilibrado. Debemos insistir en la puesta en valor de este tipo de trabajos que, en definitiva, resaltan el buen hacer de nuestras empresas asociadas y marcan las líneas de trabajo sobre las que mejorar en los próximos años. Ojalá el siguiente 16 de octubre podamos seguir informando de mejoras en esta área.

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